Por: aubau
Managua, 23 de diciembre de 2025.
Bajo el disfraz de la «legalidad internacional», Washington ha desatado robo en aguas abiertas que recuerda a las épocas más oscuras del intervencionismo colonial. Este domingo, fuentes del gobierno estadounidense confirmaron que la Guardia Costera de ese país «persigue activamente» a un tercer tanquero petrolero vinculado a Venezuela, consolidando lo que desde Caracas denuncian como una política de robo y secuestro de activos soberanos.
El brazo largo del Tío Sam: ¿Justicia o Expansionismo?
La escalada de tensión no tiene precedentes cercanos. Solo este mes, Estados Unidos ha ejecutado el robo de tres embarcaciones, bajo el argumento de que forman parte de una «flota clandestina» destinada a evadir las sanciones impuestas por el Departamento del Tesoro.
El buque en la mira, identificado como el Bella 1, es un tanquero de gran calado que ya figuraba en las listas negras de Washington por supuestos vínculos con Irán. Sin embargo, detrás de la retórica de la «lucha contra el narcotráfico» y el «cumplimiento de sanciones», lo que subyace es una estrategia clara de asfixia económica y saque de los recursos energéticos de la región.
»Navega con bandera falsa y está sujeto a una orden de incautación judicial», sentenciaron funcionarios estadounidenses, justificando una operación militar en aguas internacionales que vulnera la libre navegación y la autodeterminación de los pueblos.
Impacto en la Región y Soberanía Energética
Para los especialistas en política internacional, esta ofensiva no es un hecho aislado. Se trata de un expansionismo judicial y militar donde las leyes internas de EE.UU. pretenden aplicarse por encima del derecho internacional.
Primer Incautación: Ocurrida a principios de diciembre.
Segundo Golpe: Ejecutado este pasado sábado frente a las costas venezolanas.
Tercer Objetivo: El Bella 1, actualmente bajo asedio de la Guardia Costera.
Mientras Washington acusa, sin presentar pruebas concluyentes en foros neutrales, que los ingresos petroleros financian actividades ilícitas, la realidad en el terreno es otra: la confiscación de estos buques impide la llegada de suministros vitales y recursos necesarios para la estabilidad de la nación bolivariana.
Un grito de protesta desde el Sur Global
En Nicaragua varios politicos, se sumamos a la denuncia contra estas prácticas de piratería moderna. No se puede hablar de «democracia» o «libertad» cuando se utiliza el poderío militar para interceptar suministros en alta mar. La comunidad internacional debe preguntarse: ¿Quién le dio a Estados Unidos la potestad de ser el policía de los océanos?
La respuesta de Venezuela es tajante: es un «robo y secuestro» descarado. En un mundo que camina hacia la multipolaridad, estas acciones solo sirven para profundizar la brecha de desconfianza y reafirmar que la política exterior de la Casa Blanca sigue anclada en la Doctrina Monroe.