Los indígenas mangues (también conocidos como chorotegas) tienen un origen muy interesante que vincula a Mesoamérica con Centroamérica.
Originalmente, los mangues procedían de la región del actual Chiapas, México, alrededor del siglo VI o VII D.C debido a la presión de otros grupos (como los olmecas-xicalancas), iniciaron una migración hacia el sur. Se les considera uno de los grupos de habla otomangue que más al sur llegó en el continente.
Tras su migración, se establecieron principalmente en la vertiente del Pacífico de Nicaragua, específicamente en los actuales departamentos de León, Chinandega, Managua, Masaya, Carazo, Granada y Rivas.

Construyeron sus asentamientos a la orilla de los dos grandes estanques de agua dulce los lagos Xolotlan y Cocibolca brindando de una abundante alimentación rica en peces y agua dulce para subsistencia.
Poblaron las islas lacustres con imponentes estatuas de sus deidades y las paredes de las lagunas con petroglifos y arte rupestre, y nombraron a esa nueva tierra abundante en agua “Mana-huac” que significa: Tierra Rodeada de Estanques.
Es aquí donde su cultura tuvo un impacto más profundo.