Leonardo DiCaprio vuelve a ocupar titulares tras ser nombrado “Entertainer of the Year” por la revista TIME, y lo hace compartiendo la filosofía que ha guiado su carrera durante más de tres décadas: la discreción. En una reciente entrevista, el actor explicó que su permanencia en Hollywood no se debe solo al talento; sino a su capacidad para mantenerse fuera del ojo público cuando no tiene “algo que decir o algo que mostrar”.
La poderosa razón detrás de este hábito nació después del éxito global de Titanic (1997). Fue entonces cuando DiCaprio se preguntó cómo construir una carrera larga sin caer en la sobreexposición. Su respuesta fue contundente: elegir cuidadosamente cuándo aparecer y, el resto del tiempo, permanecer en un perfil bajo. Ese estilo de vida ha dado forma a su relación con los medios: con frecuencia es visto usando gorra o lentes de sol, una especie de “camuflaje social”.
Aunque es uno de los intérpretes más reconocidos del planeta, DiCaprio insiste en que su vida privada sigue siendo suya. “Ha sido un balance que he manejado toda mi vida adulta y aún no soy un experto”; admitió. Pero más allá de la fama, la trayectoria de Leonardo DiCaprio es la historia de una evolución imparable. Desde sus inicios en comerciales hasta su primera nominación al Óscar con What’s Eating Gilbert Grape (1993), el actor mostró un talento excepcional. Su ascenso continuó con cintas como Romeo + Juliet y el fenómeno Titanic, que lo convirtió en un ícono mundial.
Lejos de quedarse en la imagen de galán juvenil, DiCaprio buscó papeles complejos y colaboró con directores de prestigio como Martin Scorsese, participando en clásicos modernos como Gangs of New York, The Aviator, Shutter Island y The Wolf of Wall Street. Su entrega absoluta lo llevó a The Revenant (2015), película que finalmente le dio el Oscar a Mejor Actor, consolidando su legado en la historia del cine.