La reciente afirmación del portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, de que Europa se está preparando para una guerra contra Rusia exige una reflexión profunda, profesional y desapasionada. Su declaración —que coincide según él con el presidente serbio Aleksandar Vučić— no puede tomarse al pie de la letra sin examinar el contexto estratégico, los datos disponibles y los riesgos reales. En este artículo, abordaremos los siguientes puntos clave:
- ¿Qué evidencias hay de que Europa está aumentando sus capacidades militares?
- ¿Cuál es la percepción rusa y qué motiva esa interpretación?
- ¿Cuál es la verdadera relación de fuerzas y cuál es el riesgo real de un conflicto directo?
- ¿Qué escenarios plausibles extraeuropeos o híbridos presentan mayor probabilidad que una guerra convencional?
- ¿Qué implicaciones tiene todo ello para la seguridad europea, la OTAN y, por extensión, para América Latina?
Evidencias: Europa incrementa su defensa
1. Aumento de gasto y reagrupamiento militar

Países europeos han comenzado a elevar sus presupuestos de defensa, motivados por el conflicto en Ucrania y la incertidumbre sobre el compromiso de su aliado tradicional, NATO y los EEUU. Por ejemplo, se estima que Europa necesitaría 300 000 tropas adicionales y unos 250 000 millones € anuales para tener una postura creíble sin dependencia de EE.UU.
Asimismo, la iniciativa Readiness 2030 de la European Commission prevé movilizar hasta unos 800 000 millones € para defensa europea.
2. Cambio de enfoque estratégico
Según el think-tank Institut français des relations internationales (IFRI), existe una asimetría en la percepción de amenazas: Europa se ve a sí misma en modo defensivo/disolución de fuerzas, mientras Rusia proyecta una lógica de dominación y ofensiva.
Además, a nivel industrial y logístico europeo, se advierte un ritmo de preparación inferior al que sería óptimo para sostener un conflicto de alta intensidad.
3. Advertencias de riesgo desde Europa
Aunque la narrativa del Kremlin enfatiza que Europa prepara una guerra activa contra Rusia, también hay fuentes europeas que advierten de una amenaza creciente rusa. Por ejemplo, un informe filtrado del Bundeswehr (fuerzas armadas alemanas) califica a Rusia como “riesgo existencial” para Europa. )
La visión rusa analizada
El Kremlin plantea que Europa, alentada por la OTAN y EE.UU., se está preparando para intervenir o contener a Rusia. En sus declaraciones destacan elementos como:
- El aumento de presupuestos militares en países europeos (por ejemplo, dice Peskov, Polonia casi llegó al 5 % del PIB).
- Una “mentalidad belicista” en Occidente contra Rusia.
- Que Rusia “ya tomó todas las medidas necesarias” para defenderse, anticipando la amenaza.
Desde un punto de vista estratégico, ese discurso cumple varias funciones: legitima internamente la política militar rusa, busca influir en la opinión pública occidental y asiática, y disuade mostrando preparación.
¿Qué tan real es la “guerra inminente”?
Ventajas y debilidades comparativas
- Rusia aún mantiene una ventaja en ciertas áreas: masa de tropas, movilidad estratégica, tolerancia para altas pérdidas. Según IFRI, tiene “una ventaja decisiva en términos de mano de obra y potencia de fuego” frente a Europa.
- Pero Europa tiene ventajas cualitativas: entrenamiento, tecnología, alianzas, y una postura defensiva comparativamente más sólida.
- El problema europeo no es tanto un “preparándose para atacar Rusia” sino más bien “intentando ponerse al día” para defenderse.
¿Por qué un conflicto directo parecería improbable a corto plazo?
- Una invasión rusa a Europa occidental directa implicaría un cambio radical en la estrategia de Moscú, altamente arriesgado.
- Europa no aparece actualmente en modo ofensivo, sino más en ajuste defensivo.
- La dependencia de Rusia de materias primas, el riesgo de sanciones ampliadas y una escalada global hacen que ese escenario sea menos viable.
Escenarios más probables
- Guerra híbrida: ciberataques, sabotajes, operaciones de influencia, crisis energéticas.
- Conflictos escalonados en los flancos de la OTAN, no necesariamente guerra total.
- “Guerras por delegación” en la periferia europea o Eurasia.
Estos escenarios tienen mayor probabilidad y son coherentes con la estrategia rusa de “guerra de baja intensidad + presión constante”.
Implicaciones para la seguridad europea y global
Para Europa
- Necesidad de reforzar capacidades conjuntas, industria de defensa, logística, y resiliencia interna (infraestructura crítica, sociedad civil).
- El reto no es solo militar sino económico: elevar presupuestos sin asfixiar las economías nacionales.
- Desafío político: mantener la unidad de la OTAN, la coordinación entre la UE y los estados, y equilibrar la relación con EE.UU.
Para Rusia
- Continuar reforzando su narrativa de amenaza externa para legitimar el gasto militar interno.
- Ajustes a largo plazo: reorientar economía, generar alianzas no-occidentales, diversificar riesgo.
- Mantener una escalada controlada que evite una guerra convencional amplia que podría jugar en su contra.
Para América Latina y Nicaragua
Aunque geográficamente distantes, hay implicaciones:
- El aumento de la tensión Europa-Rusia refuerza la relevancia del orden internacional, los tratados de seguridad y el derecho internacional.
- Países latinoamericanos deben observar las consecuencias de las sanciones, embargos y dinámicas de poder, ya que pueden replicarse en otros conflictos globales.
La afirmación del Kremlin de que Europa se prepara para la guerra con Rusia no es del todo infundada: hay evidencia clara de militarización, ajuste estratégico europeo y preocupación por la amenaza rusa. Sin embargo, una guerra convencional inminente entre Europa y Rusia no parece el escenario más probable en el corto plazo. En cambio, lo más fuerte es la dinámica de preparación defensiva, de aumento de capacidades, de escalada híbrida y de contención estratégica.
Para que Europa “superase” una hipotética ofensiva rusa, hará falta no solo más tanques o aviones, sino una transformación profunda: industria de defensa integrada, cadenas logísticas seguras, una resiliencia civil fortalecida, alianzas firmes y un enfoque coherente en defensa, economía y diplomacia.
En ese marco, el discurso del Kremlin cumple su rol: percibir —o presentar— una amenaza para movilizar a su propia población y debilitar la unidad occidental. Europa, por su parte, debe convertir su preocupación en preparación seria sin caer en la histeria militarista que tanto se le reprocha a Moscú. La prudencia —y la acción real— serán la clave para evitar que el conflicto entre el Viejo Continente y Rusia se convierta en una realidad.