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Cada año, entre mayo y julio, en el municipio de Yoro, en el norte de Honduras, ocurre un fenómeno tan sorprendente como enigmático: tras intensas tormentas eléctricas, los pobladores afirman que del cielo “llueven” peces. Decenas de ellos aparecen sobre los caminos y patios, muchos aún vivos, mientras la gente corre a recogerlos. Lo llaman “la lluvia de peces”, y aunque forma parte del folclore hondureño desde hace más de un siglo, también ha despertado la curiosidad del mundo científico.
Un fenómeno documentado, pero no explicado.
Registros históricos, fotografías y reportes periodísticos confirman que los peces efectivamente aparecen después de tormentas severas. Sin embargo, hasta hoy no existe una prueba científica concluyente que explique cómo llegan ahí. Lo que sí hay son varias hipótesis que intentan darle sentido al fenómeno.
Hipótesis 1: Trombas marinas o tornados acuáticos
La explicación más citada por meteorólogos es la de las trombas marinas: remolinos de aire que se forman sobre cuerpos de agua y son capaces de succionar pequeños peces, ranas o crustáceos, transportándolos a kilómetros de distancia. Cuando el viento pierde fuerza, los animales caen junto con la lluvia.
Esta teoría tiene sustento físico y ha sido observada en otros países. Pero en el caso de Yoro, presenta un dilema: el pueblo se encuentra a más de 100 kilómetros del mar Caribe, lo que hace poco probable que una tromba recorra tanta distancia cargando peces.
Hipótesis 2: Ríos subterráneos o acuíferos ocultos
Algunos geólogos y biólogos hondureños sugieren que los peces podrían provenir de corrientes subterráneas o acuíferos locales. Durante las tormentas, el agua sube a la superficie y arrastra peces de agua dulce hacia los charcos y terrenos.
Esta teoría cobra fuerza porque los peces hallados en Yoro son de agua dulce y, en muchos casos, siguen vivos tras la lluvia. No obstante, no se han realizado estudios hidrogeológicos profundos que confirmen la existencia de tales corrientes.
Hipótesis 3: Inundaciones y arrastre superficial
Otra explicación más simple plantea que las lluvias intensas provocan inundaciones repentinas, que arrastran peces desde ríos cercanos hasta zonas bajas del pueblo. Cuando el agua retrocede, los animales quedan sobre el terreno, creando la ilusión de que “cayeron del cielo”.
Aunque plausible, los habitantes de Yoro aseguran que los peces aparecen incluso sobre superficies secas, después de que la tormenta termina, lo que debilita parcialmente esta hipótesis.

Entre la fe y la ciencia
Para los pobladores, el fenómeno tiene un origen divino. La tradición cuenta que en el siglo XIX un sacerdote español, el padre Manuel Subirana, rezó para que Dios ayudara a la gente hambrienta de Yoro, y desde entonces, “llueven peces” cada año como un milagro.
La ciencia, sin embargo, busca datos: analizar ADN de los peces, estudiar los patrones meteorológicos y mapear el subsuelo podrían aclarar el misterio. Ninguno de estos estudios se ha completado aún de forma sistemática.
Lo que la evidencia sugiere
Los científicos coinciden en que el fenómeno sí ocurre, pero probablemente no por una sola causa. Una combinación de tormentas violentas, inundaciones locales y peces desplazados por corrientes subterráneas podría explicar la “lluvia de peces”.
Aun así, el caso de Yoro sigue siendo único en el mundo por su regularidad y por la profunda conexión cultural y religiosa que lo rodea.
Mientras la ciencia busca pruebas, en Yoro los habitantes mantienen viva su tradición. Cada año, celebran el Festival de la Lluvia de Peces, agradeciendo el fenómeno que —milagro o misterio natural— ha convertido a su pueblo en noticia global y en símbolo de esperanza.
El misterio de Yoro, entre la fe y la física, recuerda que incluso en tiempos de satélites y radares, la naturaleza todavía guarda secretos que nos dejan mirando al cielo.