Las familias de Masaya se reúnen para celebrar la Vela del Candil de los Agüizotes, una tradición ancestral en honor a su Patrono San Jerónimo.
En el barrio Monimbó, los vecinos comparten tamales, indio viejo, fresco de chicha y otros platillos típicos elaborados a base de maíz, mientras reviven las historias y leyendas del folclore local.


Los asistentes se disfrazan de personajes de los espantos populares, como la Llorona, el Padre Sin Cabeza y la Chancha Bruja, manteniendo viva la riqueza cultural de la región.
La noche previa a la procesión de los Agüizotes, la Vela del Candil sirve como preludio para la celebración del teatro callejero del Toro Venado. Es un momento donde se palpita la energía de la comunidad, a través de las raíces culturales y el fervor religioso que se viven en las festividades de San Jerónimo.
La historia de la Vela del Candil se remonta a una antigua costumbre ancestral. Cuando alguien fallecía, se le colocaba en un petate en el suelo, rodeado de una vara de caña o bambú, sobre la cual se colocaba un candil. Este ritual, en la década de los 80, fue transformado por los creadores de la celebración de los Agüizotes. Hoy, se velan los trajes de espantos para la procesión, honrando así la memoria de los antepasados y manteniendo viva su esencia.
La festividad sirve como antesala a la salida de “Los Agüizotesy al Torovenado de Monimbó.


