Escrito realizado por: César Mairena.
Esta política, fue elegida, como Primera Ministra, por ambas cámaras del parlamento y dirigirá el futuro de 120 millones de japoneses.
Retos a enfrentar en su gobierno.
Entre los retos que tendrá que enfrentar como mandataria, está el alto precio de los productos como el arroz (el cual se ha duplicado desde el año pasado).
Otras problemáticas, que deberá solucionar su administración, serán la caída de la natalidad en Japón, la disminución de la fuerza laboral y el creciente envejecimiento de la población.
También hay mucho descontento popular ocasionado por la inmigración masiva que ha sabido capitalizar a su favor. La guerra arancelaria que el presidente Trump ha implementado en esta segunda administración, ha sacudido todas las economías asiáticas a principios de este año.
A cargo de un partido gobernante debilitado.
El partido gobernante, al que pertenece Takaichi, el Partido Liberal Democrático (que contradictoriamente es ideológicamente conservador) ha perdido popularidad y confianza del público, por lo que la nueva Primer Ministro no cuenta con la mayoría parlamentaria por escándalos de fondos políticos ilícitos, en la administración del ex Primer Ministro, Shigeru Ishiba.
Esos escándalos políticos, y que Takaichi se convirtiera en la dirigente del partido PLD, le costaron su coalición con el partido Komeito -su aliado por 26 años- lo que llevó al PLD a buscar un nuevo socio de coalición.
El nuevo aliado político del PLD, es el partido opositor Nippon Ishin o Partido de Innovación de Japón, que comparte ciertos valores conservadores con el PLD: Controles inmigratorios más estrictos y reducir el número de legisladores en un 10% como parte del acuerdo de la coalición entre ambos partidos.

Comportamientos controversiales.
Esta política, ha llegado a declarar que se han exagerado las atrocidades cometidas por Japón durante la Segunda Guerra Mundial. Visita con regularidad el santuario de Yasukuni, un monumento en Tokio en honor de los japoneses caídos en la guerra -incluidos los criminales de guerra de clase A de la Segunda Guerra Mundial- que es un punto gélido de las sensibilidades históricas, que Japón tiene, con países como China y Corea del Sur.
También ha expresado que se debería crear un “centro de mando” para supervisar las cuestiones relacionadas con los extranjeros. Culpó a los turistas de darle patadas a los preciados ciervos, de su ciudad natal, Nara, donde hay cientos de templos budistas y donde los extranjeros hacen ejercicio usando los travesaños de las puertas de los santuarios sagrados.
Además, se ha declarado públicamente, admiradora de la llamada tristemente, “Dama de Hierro”, Margaret Thatcher, la ex primer ministra británica -la mayor aliada europea del criminal de guerra norteamericano Ronald Reagan y quien invadió las islas Malvinas argentinas- diciendo que considera como “mi tesoro” las memorias que posee, de esa dirigente europea ultraconservadora.
Las feministas niponas, la acusan de adoptar políticas que menoscaban los derechos de la mujer, apoyando una ley que obliga a las parejas casadas a compartir apellido, por ejemplo.
También ha manifestado fuertes críticas a los esfuerzos de China por ampliar su influencia militar y económica y le ha pedido a Japón que haga más por reforzar sus capacidades de defensa.
Sanae Takaichi, al igual que el ex primer ministro Shinzo Abe, apoyó la modificación de la actual Constitución Japonesa catalogándola como “Pacifista”, una postura muy controversial en un país que fue obligado a desmantelar su ejército, al rendirse ante EEUU, finalizando la denominada “Guerra del Pacífico” con la que se dio fin a la Segunda Guerra Mundial.

Que se puede esperar de esta mandataria en el futuro escenario geopolítico.
Ya hemos analizado en un artículo anterior, en esta sección, la posibilidad de una guerra proxy en contra de China, usando a Australia, Sur Corea y Japón beneficiando los intereses geopolíticos de EEUU. Con las características y antecedentes de esta mandataria, ascendiendo al poder, este escenario o proyección, es más posible que nunca.
Es una dirigente política, que hará uso de un nacionalismo, que le permita fortalecer su posición política a lo interno de Japón, manipulando los sentimientos de los ciudadanos nipones, frente a la “demoníaca amenaza china” para justificar el fortalecimiento de las fuerzas armadas o “auto defensas japonesas” que no es más que un ejército convencional disfrazado, que ha incrementado su poder armamentístico y capacidades bélicas en los últimos años. En ese sentido, también podría impulsar una reforma constitucional, para facilitar más recursos y capacidades a las fuerzas armadas.
Al igual que dirigentes europeos de ultraderecha y conservadores -como el mismo Donald Trump- el gobierno de Takaichi, puede recrudecer y endurecer la política migratoria en Japón. Si actualmente, los opositores a Donald Trump, lo acusan de actuar como un monarca o rey, en una república como Estados Unidos de Norteamérica, fácilmente Takaichi, puede consolidar su poder político a niveles imperialistas, en una sociedad que en su pasado, tuvo esa forma de gobierno.
La vieja fórmula de llamar a la guerra, apelando a sentimientos nacionalistas, para ganar popularidad en su país, es demasiado atractiva para una mujer como Takaichi, a cargo de un partido político debilitado y desprestigiado y quien enfrentará retos económicos, laborales, geopolíticos, y hasta de natalidad en su país.