La Política del Miedo que Somete al Mundo.
Elaborado por: Alex Ubau.
El terrorismo se define como el uso sistemático de la violencia y el terror para alcanzar objetivos políticos, ideológicos o religiosos, generando miedo y control social. Tradicionalmente, este concepto se asocia con grupos insurgentes o actores clandestinos. Sin embargo, cuando estas prácticas son ejercidas por un Estado soberano, con poder militar, mediático y económico, nos encontramos frente al terrorismo de Estado: una estrategia de dominación global institucionalizada.
A lo largo del siglo XX y XXI, Estados Unidos, autoproclamado “campeón de la libertad y la democracia”, ha construido su poder hegemónico sobre la violencia, la coacción económica y la manipulación mediática, utilizando el miedo como herramienta de control político en distintas regiones del planeta.
Cronología del Terrorismo de Estado de Estados Unidos
1973: El Golpe de Estado en Chile, el Laboratorio del Terrorismo de la CIA
El derrocamiento del presidente Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973 fue uno de los episodios más crudos del intervencionismo estadounidense en América Latina. Documentos desclasificados confirman que la CIA financió, asesoró y coordinó la desestabilización política y económica de Chile, preparando el camino para el golpe militar encabezado por Augusto Pinochet.
Miles de chilenos fueron asesinados, torturados o desaparecidos. Washington, lejos de condenar el régimen, lo respaldó diplomáticamente y lo convirtió en modelo del neoliberalismo autoritario, base del “Consenso de Washington”. Este episodio marcó el inicio del terrorismo de Estado aplicado a gran escala en el Cono Sur.
1960–1975: Vietnam, el Terror a Escala Industrial
En Vietnam, Camboya y Laos, Estados Unidos aplicó una estrategia de destrucción total. El uso del Agente Naranja, las bombas de napalm y los ataques indiscriminados sobre aldeas campesinas dejaron millones de víctimas. El objetivo no era solo militar: se trataba de quebrar psicológicamente a un pueblo entero.
Vietnam representó el paradigma del terrorismo de Estado moderno, donde la violencia masiva fue acompañada por una narrativa propagandística que presentaba la invasión como una “guerra por la libertad”.
1980: La Guerra de la Contra en Nicaragua
En los años 80, Estados Unidos repitió el mismo patrón. A través de la CIA, financió, entrenó y armó a la “Contra”, un grupo paramilitar que buscaba derrocar al gobierno Nicaragüense.
La Corte Internacional de Justicia condenó estas acciones como violaciones graves al derecho internacional, reconociendo que el Estado norteamericano había patrocinado ataques terroristas contra civiles.Nicaragua fue un claro ejemplo del uso del terrorismo como arma de política exterior, donde la violencia fue justificada bajo el discurso anticomunista.
1980–2001: Afganistán, el Engendro del Terror
Durante la Guerra Fría, Washington financió y armó a los muyahidines afganos, grupos islamistas radicales que combatían a la Unión Soviética. Con el apoyo directo de la CIA y Arabia Saudita, se crearon las bases logísticas y militares del futuro Talibán y de Al Qaeda.
Paradójicamente, las mismas estructuras que Estados Unidos ayudó a levantar terminaron siendo utilizadas como pretexto para nuevas guerras imperialistas, incluida la invasión de Afganistán en 2001. Este ciclo revela el uso cínico del terror como herramienta política: se crea el enemigo para luego justificar la ocupación.
2022–2025: Ucrania, la Nueva Guerra por Delegación
En el conflicto entre Rusia y Ucrania, Estados Unidos ha desempeñado un papel central al financiar, armar y dirigir políticamente al gobierno ucraniano, utilizando el territorio como escenario de confrontación geopolítica contra Moscú.
Esta guerra, presentada como defensa de la “democracia europea”, ha generado miles de muertes civiles y destrucción masiva, mientras el complejo militar-industrial estadounidense obtiene beneficios récord.
El conflicto ucraniano es hoy una guerra de propaganda y control mediático, donde el miedo global a la expansión rusa es explotado para mantener la hegemonía de la OTAN y justificar nuevas inversiones militares.
La Coerción Económica: El Terror Silencioso del Bloqueo
El bloqueo económico contra Cuba, vigente desde 1962, es una de las políticas más prolongadas de castigo colectivo en la historia moderna. Con el objetivo de asfixiar la economía y provocar descontento social, Washington ha restringido el acceso a alimentos, medicinas y tecnología, afectando directamente a la población civil.
Este modelo de guerra económica, replicado contra Venezuela, Irán y otros países, constituye una forma moderna de terrorismo de Estado: el uso del hambre y la desesperación como instrumentos de presión política.
Venezuela y el Caribe: El Nuevo Escenario del Terrorismo de Estado
En la actualidad, las tácticas de intimidación y coerción de Estados Unidos se han redirigido hacia Venezuela y el Caribe, bajo el pretexto de la “lucha contra el narcotráfico” y la “seguridad hemisférica”.
Expertos de la ONU han denunciado las amenazas militares, sanciones económicas y operaciones encubiertas contra el gobierno de Nicolás Maduro, señalando que estas acciones violan la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional.
El despliegue militar en el mar Caribe, las campañas mediáticas que vinculan falsamente a Venezuela con el Tren de Aragua, y las sanciones que bloquean medicamentos y alimentos son manifestaciones del terrorismo económico y psicológico aplicado a una nación soberana.
Este patrón ya usado en Chile, Nicaragua y Cuba se repite ahora en el Caribe:
- Se impone el miedo mediante discursos de amenaza.
- Se manipula la información para justificar agresiones.
- Se utilizan las sanciones como armas silenciosas de guerra.
El propósito sigue siendo el mismo: desestabilizar gobiernos soberanos y someter pueblos enteros al modelo económico neoliberal.
La CIA y la Farsa de la “Guerra contra el Terror”
Los documentos desclasificados confirman que la CIA ha actuado como instrumento global del terror encubierto:
- participó en el tráfico de drogas durante el escándalo Irán–Contra;
- organizó el derrocamiento de gobiernos legítimos en América Latina, Asia y África;
- y entrenó escuadrones de la muerte en el marco de la “Operación Cóndor”.
Lejos de erradicar el terrorismo, Estados Unidos lo ha institucionalizado, creando enemigos según su conveniencia. Incluso organismos como la OEA funcionan como herramientas diplomáticas del intervencionismo, legitimando sanciones y bloqueos contra naciones soberanas de América Latina y el Caribe.
Tanto de que hablar, pero para concluir.
Mientras los medios occidentales concentran su narrativa en el terrorismo de grupos no estatales, la historia revela que el mayor promotor del miedo, la violencia y la desestabilización mundial ha sido el propio Estado estadounidense.
Desde Chile hasta Afganistán, desde Vietnam hasta Venezuela, la política exterior de Washington ha usado el terror militar, económico y mediático para imponer su modelo hegemónico.Si el terrorismo se define como el uso sistemático de la violencia para fines políticos, Estados Unidos cumple con todos los criterios de un Estado terrorista.
En nombre de la “libertad”, ha destruido naciones enteras.
En nombre de la “democracia”, ha impuesto el miedo como política global.
Y hoy, en pleno siglo XXI, el terrorismo de Estado norteamericano sigue vigente, con el Caribe y Venezuela como sus nuevos blancos.