Las cajetas de coyolito no son solo un postre: son un símbolo vivo de la cultura popular nicaragüense. Su presencia en las festividades religiosas, especialmente durante La Purísima en diciembre, las convierte en un emblema de unión familiar, devoción y sabor casero.
Aunque su nombre sugiere que están hechas del fruto llamado coyolito, la realidad es más curiosa. Estas bolitas dulces tienen como base el plátano maduro, mientras que el coyolito —una fruta pequeña de color oscuro se usa en menor proporción y su semilla se coloca en el centro como adorno2. Esta mezcla de ingredientes locales refleja la creatividad culinaria del pueblo nicaragüense, que transforma lo sencillo en algo memorable.
Las cajetas han sido parte de la vida cotidiana por generaciones. En muchas familias, su preparación es una tradición transmitida de madres a hijas, y su sabor evoca recuerdos de infancia, celebraciones religiosas y momentos compartidos.
La receta tradicional incluye:
- Plátanos bien maduros
- Azúcar
- Coyolitos
Primero se majan los plátanos y se mezclan con los coyolitos y el azúcar en una olla. La mezcla se cocina a fuego lento durante varias horas, removiendo constantemente hasta obtener una consistencia espesa y uniforme. Luego se forman bolitas, se les coloca la semilla del coyolito en el centro y se espolvorean con azúcar. Este proceso, aunque sencillo, requiere paciencia y dedicación, lo que convierte a cada cajeta en una pequeña obra de arte culinaria.
Las cajetas de coyolito son más que un dulce: son una expresión de la identidad nacional. Representan la capacidad de celebrar con lo propio, de valorar los ingredientes locales y de mantener vivas las tradiciones. En cada bolita hay historia, sabor y orgullo. Ya sea en un altar de La Purísima, en una merienda familiar o como regalo entre vecinos, las cajetas de coyolito siguen siendo un dulce que une, que cuenta historias y que celebra lo mejor de Nicaragua.