El huipil es mucho más que una prenda de vestir: es un símbolo de historia, resistencia y expresión cultural. Este traje típico, usado tanto por mujeres como por hombres en diversas regiones del país, ha sido recientemente declarado Patrimonio Inmaterial Artístico y Cultural de la Nación.
La palabra “huipil” proviene del náhuatl huipilli, que significa blusa o vestido adornado. Su uso en Nicaragua se remonta a tiempos precolombinos, cuando las comunidades indígenas confeccionaban prendas con telas tejidas a mano y decoradas con tintes naturales y bordados simbólicos.
Durante el siglo XIX, viajeros como Efraín George Squier describieron a mujeres nicaragüenses usando huipiles blancos y faldas floreadas, con largas trenzas y tinajas sobre la cabeza. Estas imágenes costumbristas siguen vivas en muchas festividades populares.
- Diseño holgado: tipo blusa o vestido amplio, con aberturas para los brazos y cuello redondo o cuadrado.
- Materiales: algodón, lino o telas artesanales, muchas veces teñidas con colores naturales.
- Decoración: bordados, lentejuelas, encajes, cintas, plumas y abalorios que varían según la región.
- Colores: predominan el blanco, el púrpura y tonos vivos que reflejan alegría y espiritualidad.
Cada región aporta su estilo: en Masaya, por ejemplo, se usan huipiles con máscaras de cedazo y guacales; en Las Segovias, predominan los bordados blancos y accesorios como jícaras y cántaros. El huipil es protagonista en fiestas tradicionales como las Fiestas Atoleras, Jamaqueos, promesas religiosas, y bailes folclóricos. También se luce en desfiles, ferias culturales y actos escolares, donde representa el orgullo de las raíces nicaragüenses.