La torta de leche es uno de los postres más emblemáticos de la repostería tradicional nicaragüense. Su textura suave, sabor reconfortante y aroma a canela la convierten en una delicia que evoca recuerdos de hogar, celebraciones familiares y tardes de café.
Originaria de las cocinas humildes pero creativas de Nicaragua, la torta de leche ha sido transmitida de generación en generación. Aunque sus ingredientes son sencillos, el resultado es extraordinario: una mezcla de pan remojado, leche, queso fresco, huevos, mantequilla y especias que se transforma en un pudín dorado y húmedo.
La receta tradicional incluye:
- Pan en trozos
- Leche fresca
- Queso rallado
- Huevos batidos
- Mantequilla
- Azúcar
- Canela en polvo
- Vainilla
- Crema
Algunos hogares también le agregan una cobertura especial de leche condensada, leche evaporada y crema, que se vierte sobre la torta una vez horneada, dándole una textura aún más jugosa y un sabor dulce irresistible.
La magia comienza al remojar el pan en leche, luego se mezcla con los demás ingredientes y se hornea lentamente. Una vez lista, se baña con una miel preparada aparte o con la mezcla láctea, y se vuelve a hornear para que absorba todos los sabores. El resultado: una torta dorada, húmeda y aromática que se sirve fría o a temperatura ambiente, espolvoreada con canela. La torta de leche no solo es un manjar, sino también un símbolo de la hospitalidad nicaragüense. Se sirve en cumpleaños, reuniones familiares y celebraciones religiosas. Cada bocado es una muestra del ingenio culinario de Nicaragua, donde lo simple se convierte en sublime.