A tan solo 12 kilómetros al suroeste de Juigalpa se encuentra la meseta de Hato Grande, un destino que combina belleza escénica, riqueza geológica y tradición ganadera. Con una altitud de 606 metros, esta montaña imponente se alza sobre la margen este del Lago Cocibolca, ofreciendo vistas espectaculares y una experiencia única para los amantes de la naturaleza y el turismo rural.
La meseta está formada por ondulaciones pronunciadas que crean subcuencas hídricas, las cuales desembocan en el lago a través de fallas geológicas. Esta característica convierte a Hato Grande en un referente geológico de la región, con una historia volcánica que se remonta a la era terciaria y que continúa evolucionando en la actualidad.
Además de su valor científico, Hato Grande es hogar de una vegetación peculiar que recuerda a las estepas templadas. En su cima crecen bromelias de sabana y entre los canales de drenaje fluyen riachuelos de aguas azul esmeralda, creando un paisaje digno de postal.
La zona es reconocida por su vocación ganadera, siendo esta la principal actividad económica junto con la agricultura. Sin embargo, su potencial turístico ha comenzado a despertar interés, especialmente entre quienes buscan experiencias auténticas y sostenibles. Actividades como el senderismo, la observación de flora y fauna, y el agroturismo son cada vez más populares entre los visitantes.
Hato Grande no solo representa una joya natural, sino también una oportunidad para el desarrollo del turismo comunitario en Chontales. Con el respaldo de iniciativas locales y del Instituto Nicaragüense de Turismo (INTUR), este destino se perfila como uno de los más prometedores del corredor turístico del centro del país