El Diario Nica

La sangre estudiantil que abonó a la libertad

El 23 de julio es una fecha sagrada para el sandinismo. Y mientras haya estudiantes con conciencia, libros en las mochilas, puños en alto y amor a la patria, ni el olvido ni la traición tendrán cabida.

Por: Silvie Chávez

En Nicaragua, la historia no se escribe desde la distancia ni desde la neutralidad. La historia se escribe con compromiso, con entrega y con verdad revolucionaria. Cada 23 de julio, el pueblo rinde homenaje a los estudiantes mártires de 1959. Y no se trata de nostalgia: es memoria activa, es identidad militante, es un acto de reafirmación ideológica.

Fue el 23 de julio de 1959 cuando la Guardia Somocista, temerosa del despertar estudiantil, asesinó a cuatro jóvenes universitarios: Sergio Saldaña, Mauricio Martínez, Erick Ramírez y José Rubí. Ellos no empuñaban armas. Empuñaban la dignidad. Protestaban por la masacre del Chaparral y alzaban la voz por la justicia. Pero Somoza, como todo tirano, les respondió con balas.

Porque cuando un joven estudia, se informa y se organiza, se convierte en una amenaza para los opresores. Lo dijo el comandante Daniel Ortega con claridad en 2021, durante el aniversario de la Cruzada de Alfabetización

“La ignorancia nos hace esclavos; el conocimiento, la cultura, la educación nos hace libres. Y por esa razón es que la primera gran tarea fue asumir la campaña de alfabetización, y tuvimos el aporte inmediato, generoso como siempre del comandante Fidel (Castro)»

Lo que no supieron los esbirros es que esa sangre derramada abonó el terreno de la Revolución, encendió conciencias y fortaleció al Frente Sandinista, que ya gestaba la insurrección definitiva.

Hoy, esa misma juventud vive en cada brigadista, en cada maestro rural, en cada estudiante becado, en cada alfabetizador. Vive en los miles de jóvenes que sostienen la paz, defienden la soberanía y luchan desde la trinchera digital, cultural, ambiental o territorial.

Y es esa continuidad histórica la que el comandante Daniel Ortega destacó en su discurso del pasado 19 de julio de 2025 en la Plaza de la Fe:

Recordamos con orgullo y con amor eterno a nuestros héroes y mártires, y en especial a la juventud que fue masacrada por los somocistas en León. Por ellos, es que hoy defendemos esta Revolución con conciencia y organización.”

En este mismo acto, el comandante Daniel Ortega llamó a la juventud a no bajar la guardia ante las amenazas del imperialismo y sus lacayos internos. La historia de León lo demuestra: cuando el pueblo se confía, los enemigos de la patria atacan con ferocidad. Por eso reiteró:

“Tenemos que redoblar la vigilancia revolucionaria. Que no les quede espacio a los vendepatrias. La juventud es la garantía de la paz, pero también del combate firme contra quienes quieren entregarle Nicaragua al yanqui.”

Esta consigna no es paranoia. Es responsabilidad histórica. Vigilar, organizar, educar y defender: pilares de la juventud sandinista.

Hoy, 66 años después, León no olvida. Nicaragua no olvida. Y el Frente Sandinista honra a esos mártires no con flores de cartón, sino con educación gratuita, becas, universidades dignas, y participación juvenil real.

Porque aquí, a diferencia de otras latitudes, los mártires no mueren: se multiplican en cada generación leal al pueblo.

A los enemigos de la verdad, a los que hoy intentan borrar la historia o manipularla, hay que responderles con firmeza:

El 23 de julio no es un pretexto para discursos huecos. Es una fecha sagrada para el sandinismo. Y mientras haya estudiantes con conciencia, libros en las mochilas, puños en alto y amor a la patria, ni el olvido ni la traición tendrán cabida.