En Nicaragua, el fresco de pitaya se ha convertido en una bebida emblemática que combina lo mejor de la tradición culinaria con los beneficios de una fruta exótica y altamente nutritiva. Proveniente de la pitahaya roja, cultivada principalmente en zonas como La Concepción y Ticuantepe, esta bebida no solo refresca, sino que también representa el esfuerzo de cientos de productores locales.
La pitaya roja ha ganado terreno como uno de los cultivos más importantes del país. Nicaragua es actualmente el principal productor y exportador de esta fruta en Centroamérica, con miles de toneladas enviadas a mercados como Estados Unidos y Europa. Su pulpa vibrante y sabor dulce la hacen ideal para jugos, helados y, por supuesto, el tradicional fresco.
La receta es sencilla pero deliciosa. Se licúa la pulpa de la pitaya con agua, jugo de limón, azúcar y una pizca de sal. El resultado es una bebida de color fucsia intenso, con un sabor tropical que encanta a grandes y pequeños. Se sirve bien fría, ideal para acompañar almuerzos o como refresco en días calurosos. Además de su atractivo visual y sabor, la pitaya es rica en vitamina C, antioxidantes y fibra. Es una opción saludable que ayuda a fortalecer el sistema inmunológico y mejorar la digestión. Por eso, el fresco de pitaya no solo es una delicia, sino también una bebida funcional.
La producción de pitaya ha dinamizado la economía rural nicaragüense. Empresas como El Socorro Enterprises S.A. han generado cientos de empleos y han impulsado el desarrollo agrícola en comunidades como Palo Solo y San Ignacio. El cultivo también ha sido adoptado por pequeños productores, quienes encuentran en esta fruta una fuente estable de ingresos.