Felix Baumgartner, el austríaco que asombró al mundo al lanzarse desde la estratósfera y romper la barrera del sonido, falleció este jueves 17 de julio a los 56 años. El accidente ocurrió mientras pilotaba un parapente motorizado sobre la costa adriática italiana, en Porto Sant’Elpidio.
Según informaron la cadena RAI y el medio vienés Heute, Baumgartner sufrió un malestar físico repentino en pleno vuelo, lo que le hizo perder el control del equipo. El impacto se produjo en la piscina de un complejo hotelero, donde también resultó herida una mujer. Cinco días antes del accidente, Baumgartner había compartido en redes una imagen desde el aire, sobrevolando el mar con su habitual espíritu aventurero. En su última historia de Instagram advirtió sobre el viento intenso, reflejando su atención constante al riesgo.
Nacido en Salzburgo en 1969, fue conductor de tanques en el ejército austríaco y se formó como paracaidista antes de convertirse en ícono de los deportes extremos. Su momento más recordado llegó el 14 de octubre de 2012, cuando se lanzó desde 39.068 metros como parte del proyecto Red Bull Stratos. En esa hazaña, rompió la barrera del sonido al alcanzar 1.341,9 km/h y batió tres récords mundiales. Millones siguieron el salto en vivo, marcando uno de los eventos más impactantes del siglo XXI.
También fue el primer hombre en cruzar el Canal de la Mancha con un traje con alas y realizó saltos BASE desde estructuras como las Torres Petronas, la torre Taipéi 101 y el viaducto de Millau. Incluso descendióa la cueva Mamet, en Croacia. En 2012 ganó el Premio Laureus al Mejor Deportista Extremo. Aunque anunció su retiro ese mismo año, nunca dejó de volar ni de asumir nuevos retos.
Su muerte deja un legado inmenso. Baumgartner no fue solo un atleta: fue un pionero que convirtió lo imposible en punto de partida. Su historia es un tributo a la osadía, la libertad y el deseo humano de tocar el cielo.