El Diario Nica

Brasil cierra cumbre con el Caribe

Brasil y 16 países caribeños, participaron este viernes en una cumbre con la mira en concretar soluciones a los problemas regionales a partir de una mejor integración en áreas estratégicas y en el comercio.

Tras la inauguración de la Cumbre Brasil-Caribe, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, señaló que la reunión es apenas «un primer paso» para avanzar en el necesario diálogo regional bajo la premisa de «acercarnos para unir», frase de cierre de su discurso en la Cumbre Brasil-Caricom (Comunidad del Caribe) de 2010, dijo el mandatario.

En ese sentido, Lula señaló que han logrado identificar «cinco áreas en las que la colaboración entre Brasil y el Caribe tiene el potencial de producir resultados concretos», sobre todo, cuando en la región aún «el desafío persiste».

«Nuestro comercio con la región ha disminuido un 30 % y mis predecesores cerraron cinco embajadas. Estamos trabajando para revertir esta situación y ya hemos reabierto la representación en San Vicente y las Granadinas. Desde la Cumbre de Georgetown en la que participamos el año pasado (2024), hemos iniciado una fase de escucha y diálogo», dijo.

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Lula, también señaló que debido al contexto internacional actual, con «crecientes disputas geopolíticas», el acercamiento entre Brasil y el Caribe reafirma la «búsqueda de autonomía frente a antiguas y nuevas hegemonías». «Sin el Caribe, nunca tendremos una Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) fuerte», advirtió, por lo que instó a reforzar el sentido de solidaridad, que hoy «es más necesario que nunca».

«Debemos seguir condenando enérgicamente el embargo contra Cuba y su infundada inclusión en las listas de países que apoyan el terrorismo. El mundo necesita voces que defiendan lo correcto, lo justo y lo sensato Garantizar que caminemos juntos y miremos hacia el futuro será la tarea más urgente», resaltó.

Lula, detalló que el primer punto clave es el cambio climático. Para esto, dijo que la región necesita llegar unida a la próxima COP30 que se celebrará en noviembre próximo en la ciudad brasileña de Belém, en el estado de Pará.

El objetivo de Brasil para las nuevos compromisos de reducción de gases de efecto invernadero y contribuir a mitigar el cambio climático, es disminuir las emisiones entre 59 % y 67 %. Para ello, dijo Lula, «los países ricos» deben «asumir sus responsabilidades para que el Sur Global pueda avanzar a un ritmo acorde con sus circunstancias».

El segundo punto es la transición energética, proceso que para Lula «implica no volver a penalizar a los países en desarrollo», que buscan contar con diferentes fuentes de energía para lograr esa estrategia.

«La elección de Brasil por los biocombustibles ha permitido que la caña de azúcar pase de ser un símbolo del pasado colonial a un pasaporte hacia un futuro sostenible», señaló el mandatario.

Lula agregó que la región «posee un inmenso potencial para la producción de energía eólica y solar. La planificación energética es clave para atraer inversión a largo plazo. Esto requiere el desarrollo de capacidades institucionales».

El tercer punto es la seguridad alimentaria. Para Lula es fundamental esta área porque el hambre aún afecta a más de 12 millones de caribeños, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

«Este desafío solo se puede superar combinando buenas políticas públicas con una financiación adecuada. Este es el propósito de la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza, que ahora incluye a Santa Lucía, Cuba y el Banco de Desarrollo del Caribe» y en la que otros «siete países de la región ya forman parte», destacó el mandatario.

También dijo que Brasil puede compartir con la región iniciativas como «la Garantía Safra, que protege a los productores rurales de desastres naturales, y el Programa Cisterna, que ayuda a combatir la escasez de agua», y convertirse en el principal abastecedor de alimentos de la región, porque cuenta con un superávit de producción de alimentos para abastecer a 1.400 millones de personas en el extranjero.

Por ello comentó que en medio de las necesidades alimentarias de la región, «no tiene sentido» que Brasil «no esté presente en la mesa del consumidor caribeño», cuando es «el granero del mundo» mientras el Caribe busca diversificar sus proveedores de alimentos.

«Las mercancías solo circulan cuando existen rutas abiertas. Este es el objetivo del cuarto eje, que aborda la conectividad aérea, terrestre y marítima. La falta de conexiones explica por qué el Caribe importa más de EE.UU., China y Alemania que de Brasil. Los productos que abastecen a la región provienen de lugares distantes, a pesar de que los puertos de Santana, en Amapá, y Pecém, en Ceará, son puertos vecinos», dijo.

Para ayudar a resolver esta situación, Brasil busca implementar el proyecto de Rutas de Integración Sudamericana, con el que busca «crear y mejorar la infraestructura» que conecta al entorno regional. En ese aspecto, Lula acordó con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) la inversión de 3.000 millones de dólares para desarrollar proyectos en países como Guyana y Surinam, a los que calificó como «puertas de entrada naturales al Caribe».

Señaló que Brasil también necesita aumentar sus acuerdos de servicios aéreos, de los que solo tiene activos con tres países del Caribe. Por tal motivo, firmó este viernes nuevos tratados con Barbados y Surinam. Además, para finales de año, con apoyo del Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF), se realizará un foro para debatir sobre cómo ampliar la conectividad regional y promover nuevos negocios.

«El Banco de Desarrollo del Caribe (BDC) también es un socio clave en este esfuerzo. Hoy me complace anunciar que Brasil aportará 5 millones de dólares al Fondo Especial de Desarrollo del BDC. Estos recursos se destinarán a los países más vulnerables de la región».

Para Brasil y el Caribe, la quinta área clave es Haití, gravemente afectado por una severa crisis humanitaria, política, económica y social. «Haití no puede ser castigado eternamente por ser el primer país de América en independizarse», dijo Lula, quien agregó que ahora la comunidad internacional «debe comprometerse con un plan nacional de desarrollo» para ese país.

«Junto con la República Dominicana, Haití fue uno de los países seleccionados para recibir los primeros proyectos de la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza. Con recursos del BID, estructuraremos un programa de transferencia de ingresos que sin duda mejorará la vida de los haitianos», señaló el mandatario brasileño.

La Oficina Integrada de Naciones Unidas en Haití reporta que al menos 1.617 personas murieron y otras 580 resultaron heridas durante los primeros tres meses de 2025 por causa de la ola de violencia, de la que participan pandillas, grupos paramilitares, particulares y fuerzas de seguridad del Estado.

A ello se suma que la violencia ha contribuido decisivamente al empeoramiento de la crisis humanitaria, donde la mitad de la población está cerca del hambre y aproximadamente un millón de personas ha tenido que abandonar forzosamente su vivienda.

Una misión de apoyo a la seguridad de Haití respaldada por la ONU y liderada por Kenia está desplegada en la nación caribeña desde junio de 2024 con el objetivo de crear condiciones de seguridad que permitan convocar a elecciones generales y poner fin a años de inestabilidad política, pero su actuación ha resultado cuando menos insuficiente.