El Día Mundial de la Seguridad Vial, conmemorado cada 10 de junio, busca revertir esta realidad desde la educación, la cultura preventiva y la empatía en el manejo.
El tránsito vehicular, se ha vuelto cada vez más complejo. La velocidad excesiva, el uso del celular mientras se maneja, la conducción bajo efectos del alcohol o el cansancio acumulado figuran entre las principales causas de accidentes. A ello se suman las fallas mecánicas por falta de mantenimiento y la ausencia de señalización en tramos peligrosos.
El Día de la Seguridad Vial nos recuerda que el tránsito es un espacio compartido. Respetar al peatón, al ciclista o al chofer no es cortesía, es una obligación que puede salvar vidas.
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No se trata solo de respetar señales, sino de cultivar una actitud vigilante y solidaria en la vía. La fecha convoca a gobiernos, ciudadanos y organizaciones a reflexionar sobre su papel en la seguridad del transporte, una tarea que no admite indiferencias.

El 10 de junio no aparece en el calendario como una conmemoración casual. Fue elegida para subrayar la necesidad de integrar la seguridad vial en las políticas públicas, los programas educativos y la rutina cotidiana de millones de personas. Desde instituciones escolares hasta grandes empresas de transporte, el llamado es común: educar para prevenir.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), ha advertido que los siniestros en carretera son una de las principales causas de muerte en jóvenes de entre 5 y 29 años. Por ello, más allá de la infraestructura, se apunta a un cambio profundo en la forma de entender el tránsito como espacio compartido.
La prioridad, es generar entornos seguros, donde se respeten los derechos de todos los usuarios de la vía, en especial los más vulnerables: peatones, ciclistas y pasajeros del transporte público.
Para quienes se trasladan a diario por trabajo o realizan viajes largos, adoptar conductas seguras es vital. Primero, revisar el estado técnico del vehículo antes de salir: neumáticos, frenos, luces y niveles de líquidos. Luego, evitar distracciones como manipular el teléfono móvil o comer mientras se conduce.
Es fundamental respetar los límites de velocidad, no adelantar en curvas o zonas prohibidas y mantenerse alerta ante peatones o ciclistas. Si el trayecto es largo, se recomienda hacer pausas cada dos horas para evitar la fatiga. En caso de lluvias o neblina, reducir la velocidad y aumentar la distancia con el vehículo de adelante.