Cuando llega la temporada de Cuaresma en Nicaragua, las cocinas se llenan de aromas que evocan tradiciones ancestrales.
Entre los platillos más emblemáticos de esta época está el pinol de iguana, una delicia culinaria que combina la riqueza cultural del país con su herencia gastronómica.
El pinol de iguana se elabora con la carne de este reptil, que es sazonada y cocida con un sofrito de cebolla, chiltoma y especias locales. El ingrediente principal, el pinol (maíz tostado y molido), se mezcla cuidadosamente para formar una especie de atol espeso, rico en sabor y nutrientes. El resultado es un guiso con una textura única y un gusto que captura la esencia de la cocina nicaragüense.

Este plato tiene raíces que se remontan a las culturas indígenas de Nicaragua, que utilizaban los recursos locales de manera sabia y sostenible. La carne de iguana, rica en proteínas, se convirtió en una fuente importante de alimento.
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Con el tiempo, el pinol de iguana pasó a formar parte de las tradiciones de Cuaresma, un periodo en el que los católicos evitan consumir carnes rojas y buscan alternativas.
Aunque para algunos puede resultar exótico, el pinol de iguana es considerado un manjar por quienes crecen con esta tradición. Su preparación no solo requiere habilidad culinaria, sino también un profundo respeto por la naturaleza. Los nicaragüenses celebran este plato como un vínculo entre su identidad y su conexión con el entorno.
Si visitas Nicaragua durante la Cuaresma, no pierdas la oportunidad de probar el pinol de iguana. Más que un platillo, es un reflejo de la historia, la fe y las costumbres de un pueblo que encuentra en su gastronomía una forma de preservar su esencia.