Escrito por: César Mairena
Recordemos que las guerras denominadas “proxy” son aquellos conflictos armados en el que un país o varios usan a terceros para atacar a un enemigo. De esta forma, los países patrocinadores no se involucran directamente en la batalla. En su momento Joe Biden, utilizó a Ucrania, para atacar, desestabilizar, debilitar, sancionar, perjudicar y desgastar a Rusia, lo que ha sido contraproducente para el mismo EEUU.
Un fácil ejemplo de este efecto boomerang –que no previó Joe “El Dormilón” Biden al ser inquilino de la casa blanca- es cuando sancionó a muchas empresas rusas, perjudicando a el fabricante norteamericano de aviones, la empresa Boeing, que tenía para el año 2022, como principal proveedor de espuma de titanio, a Rusia, al final, esas sanciones terminaron perjudicando a la industria aeroespacial norteamericana, más que a Rusia.
Donald Trump, desde su primera administración del gobierno de Norteamérica, se ha caracterizado por ser controversial, impredecible, poco ortodoxo, pero sobre todo en cumplir lo que promete a sus electores. Una de esas promesas ha sido terminar con la guerra entre Ucrania y Rusia.
Trump ha sido tajante al decir que la negociación entre Rusia y EEUU para establecer la paz en Ucrania, no contará con la participación de su marioneta y bufón, Volodímir Zelenski, porque fue Norteamérica quien financió ese conflicto y será Norteamérica quien lo acabará. No se equivoquen amigas y amigos lectores, a pesar de lo que dicen los medios de comunicación occidentales, Europa, -ese continente debilitado, sin su moneda euro tan poderosa como en el pasado ante el dólar, con su unión político-administrativa diezmada- oficial, mediática y públicamente, estará a cargo de las negociaciones entre Ucrania y Rusia para conseguir la paz, pero realmente, por debajo de la mesa, la negociación se dará y quienes pondrán las condiciones para el fin del conflicto armado, serán al final EEUU y Rusia. Si alguien lo duda, basta con ver la postura del canciller ruso Serguéi Lavrov quien el día de hoy ha expresado:
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El actual presidente de EEUU, siempre se ha confesado admirador de Vladimir Putin, por lo que no sorprende que haya declarado recientemente que quiere que Rusia regrese al foro de los países más industrializados del mundo, es decir el que se llamó (antes de la expulsión de Rusia) el grupo G8.
¿Será realmente que Trump quiere acabar con el imperialismo y el expansionismo norteamericano?. ¿Será que realmente quiere ser recordado como un presidente pacifista? ¿Cuáles son las verdaderas intenciones de este mandatario? ¿Por qué iniciaría una nueva guerra proxy contra China?. ¿Hay funcionarios claves en su gobierno que llevarían a cabo esta nueva agresión?. ¿Qué países se prestarían para un nuevo escenario de guerra proxy para perjudicar a China?.
El acercamiento de Trump con Rusia, busca alejarla de China.
Trump no solo logrará concluir la guerra entre Ucrania y Rusia, levantará las sanciones diplomáticas, comerciales y económicas, que se originaron producto de ese conflicto armado negociando y cediendo en puntos clave para Rusia. Como ya vimos, está tratando de acabar con el aislamiento diplomático, comercial y financiero que la administración del demócrata Joe Biden impuso a Rusia. No sería sorprendente, que en este nuevo contexto de la segunda administración Trump, se reactive el comercio de gas natural entre Europa y Rusia, a través de la tubería del Nord Stream 2, todo esto para acercar a Rusia a los intereses comunes con EEUU y venderle la propaganda de que la Norteamérica de Trump, sí tiene aliados, más que intereses en el mundo, alejándola de China.
Pero mientras Trump busca reconciliarse con Putin, no deja de trabajar para debilitar desde adentro a la organización que se ha convertido en el mayor promotor de la multipolaridad en el mundo y en el más grande adversario del dólar norteamericano como moneda mundial, los BRICS, conformada por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.
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“Divide y vencerás”, la vieja estrategia confiable, una vez más puesta en práctica, Trump se está acercando a los miembros de los BRICS, individualmente – Rusia e India-, todo para debilitar a la organización como conjunto, para que no materialicen sus objetivos -debilitando el dólar y la hegemonía mundial norteamericana- y sobre todo para debilitar a China, el mayor contrincante, comercial, militar y tecnológico de EEUU en la actualidad.
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Pete Hegseth, el verdugo que ejecutaría la próxima guerra proxy.
Tan controversial, como el presidente Trump, este ex militar, con fama de alcohólico, errático y agresivo, tiene como antecedentes haber sido acusado de robar enormes sumas de dinero de una ONG de veteranos de guerra en EEUU, de ser misógino, xenófobo, homofóbico y hasta de haber mal tratado a su esposa, es ahora el actual Secretario de Defensa, que ni en su elección en el actual cargo, estuvo libre de cuestionamientos.
Tres senadores republicanos, no creían que fuera el mejor candidato para ese cargo tan importante (el Pentágono es el mayor empleador del gobierno de EEUU, con 3 millones de plazas) Susan Collins, Mitch McConnell y Lisa Murkowski y votaron en contra de este candidato de Trump para el puesto, el que resultó electo únicamente porque el vicepresidente J.D. Vance, le dio su voto de desempate.
Es un hombre que se ganó la estima de Trump, desde que trabajó como copresentador de noticias en la ultraderechista cadena televisiva Fox News, medio que siempre ha defendido la imagen del actual presidente norteamericano.
Este “brillante” Secretario de Defensa, quiere que los militares norteamericanos sean más “letales” y pretende recuperar la “cultura guerrera” del Pentágono.
Este individuo demuestra una complicidad y un sometimiento tal hacia Trump, muy peligrosos, y más en un cargo que amerita tanta sensatez y responsabilidad (cualidades de las que muchos en EEUU consideran que carece dicho funcionario) como dirigente de las fuerzas armadas de una potencia mundial.
Pero además de la controversia (que comparte con el presidente Trump), tiene igualmente un discurso doble moral, veamos el siguiente titular:
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En este artículo del medio digital “Escenario Mundial”, Hegseth dijo que Estados Unidos no busca un conflicto con China, pero subrayó la importancia de mantenerse firme ante las acciones de la República Popular de China en la región. “Tenemos los ojos bien abiertos respecto a los chinos comunistas, pero tampoco vamos a intentar iniciar un conflicto donde no tiene por qué existir”, afirmó el funcionario.
Pete Hegseth también resaltó que la competencia en la “zona gris”, donde las hostilidades se desarrollan sin llegar a una guerra convencional, será un eje clave en la estrategia del Pentágono. En ese sentido, dejó en claro que EEUU continuará desplegando acciones para contrarrestar la influencia china y rusa sin recurrir a un conflicto abierto.
Entiéndase que el Secretario de Defensa de EEUU, quiso decir que al igual que hicieron en los años 80´s del siglo 20, contra Nicaragua, ejecutarán una guerra no convencional o de baja intensidad (actual formato de guerra proxy), usando a terceros países en actividades paramilitares, terroristas, saboteadoras, de escuadrones de la muerte, e inestabilizadoras en perjuicio de la República Popular de China, ahora haciendo uso de drones y otras tecnologías de punta (como sucedió en Ucrania vs Rusia).
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Japón, el principal Caballo de Troya, en la próxima guerra proxy, contra China.
Desde el 15 de Agosto de 1945, fecha en que el emperador japonés Hiroito, se rindió ante EEUU, arrodillado por las genocidas y brutales bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki se celebra el fin de la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico, el llamado “país del sol naciente” se quedó sin capacidad militar alguna, pues en la Constitución Política impuesta por los triunfadores, en el artículo 9, el país nipón no tenía derecho a poseer un ejército.
Japón, después de esa fecha, se vio obligado -ya sin ejército- a reconstruir el país y dedicarse a la educación, la tecnología y la producción, desde una ejemplar y congruente militancia pacifista, especialmente luchando en contra de la proliferación de armas nucleares en el contexto de la Guerra Fría entre la URSS y EEUU en el siglo 20.
Esa realidad, en el pasado, ejemplarmente pacifista y digna de emular, ha cambiado actualmente, ahora los gobiernos ultra conservadores y nacionalistas nipones, han usado la figura de “Auto Defensas” para disfrazar como Brigadas de Rescate a un ejército convencional (violando el artículo 9 de su constitución política) que posee aviones y navíos de combate, que ha mejorado y actualizado fusiles de asalto de su infantería, que ha aumentado la cantidad de vehículos blindados para desembarco anfibio, tanques y artillería pesada, en fin, Japón, está afilando nuevamente la mítica katana del antiguo samurai, soplan vientos de guerra en el país del sol naciente. ¿Pero para beneficio de quién o para qué?.
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Cientos de años antes del surgimiento del imperio japonés que se alió a Hitler, China y Japón, tienen un pasado lleno de sangre y de guerras. Actualmente, las disputas entre ambos países son por Taiwán y archipiélagos japoneses en disputa. Zonas marítimas llenas de pesca y con archipiélagos con importantes ubicaciones geoestratégicas. La cercanía geoestratégica a la China continental y de archipiélagos japoneses a Taiwán, hacen de Japón el principal “caballo de Troya” para las pretensiones desestabilizadoras norteamericanas, además de los cientos de años de guerra entre los dos países asiáticos.
Así como antes del conflicto entre Ucrania y Rusia, los medios occidentales, se dedicaron a satanizar y culpar de un futuro conflicto a Rusia, en el futuro miraremos una campaña sucia dirigida y promovida por EEUU, mostrando a Japón, Sur Corea, Taiwán, Australia (lo que los especialistas denominan la OTAN del pacífico) e incluso Filipinas, como los heroicos paladines de la libertad, que se enfrentarán contra el invasor imperial de la República Popular de China al reclamar Taiwán.
China es una potencia atómica, y tanto Rusia como China, han estrechado sus relaciones en materia de seguridad. Los dos países han realizado ejercicios terrestres conjuntos desde 2005, a menudo en el marco de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) y en muchos casos centrados en la lucha contra el terrorismo. China y Rusia han realizado ejercicios navales conjuntos desde 2012, la mayoría de los cuales se han celebrado en el Pacífico occidental.
En términos prácticos y estratégicos, la integridad de los ejércitos de ambos países, es crucial para la existencia de uno como del otro. Por tales razones, EEUU, no puede enfrascarse en una guerra convencional, por eso el Secretario de Defensa norteamericana (lo confesó en el artículo anteriormente relacionado) promoverá guerras proxy de baja intensidad, no convencionales en que Japón, Sur Corea, Taiwán, Australia e incluso Filipinas -al igual que en su momento lo hizo Ucrania contra Rusia- facilitarán territorio, entrenamiento, medios y recursos para que grupos de terroristas, mercenarios y paramilitares hagan incursiones estratégicas contra China, para debilitar y desestabilizar al gigante asiático. También, las relaciones comerciales intensas entre China y Japón, impiden una declaración de guerra convencional, razón por la cual se hace útil tanto para los ultra conservadores nacionalistas nipones como para los desestabilizadores norteamericanos, una guerra proxy de baja intensidad o no convencional.
China (como lo fue en su primer mandato) es el enemigo a vencer para Trump, en su segundo mandato, la guerra armada será de baja intensidad por el poder disuasivo de las potencias nucleares involucradas, la guerra tecnológica, las sanciones diplomáticas, comerciales, financieras, arancelarias, se incrementarán en contra de la República Popular de China y de la organización de los BRICS, de parte de occidente, el imperio norteamericano está decadente, su moneda el dólar sin respaldo alguno, pero no está muerto y eso, lo hace más peligroso, más atrevido, más arriesgado, más conspirativo y más ambicioso.
Como nunca, estamos presenciando la reestructuración del tablero geopolítico mundial de bipolar a multipolar y con esa reconfiguración el mundo como lo conocemos, será muy distinto.
Como vimos en el conflicto entre Ucrania vs Rusia, en el genocidio ejecutado por Israel en contra del heroico pueblo Palestino, las Naciones Unidas serán mudos cómplices de un EEUU que cual Titán herido de muerte, quiere acabar con el mundo entero, sin importar leyes, derechos, convenios y tratados, la guerra de Ucrania contra Rusia acabará, solo para darle paso a la guerra de Japón y sus aliados contra China, para beneficiar a un corrupto y decadente EEUU que aún usa la anacrónica política de la zanahoria y el garrote.