El esloveno destacó como líder de los Dallas Mavericks, pero Boston mantuvo el control durante todo el partido y se adjudicó el primer punto de la final.
Una final de la NBA es un escenario de élite, donde se forjan leyendas. Luka Dončić experimentó su debut en la lucha por el título con un gran desempeño (30 puntos, 10 rebotes y una asistencia), pero los Boston Celtics dominaron el baloncesto de principio a fin (107-89).
En ataque, liderados por un explosivo inicio de Kristaps Porzingis (20+6) y una sensacional actuación de Jaylen Brown (22+6) cuando Dallas comenzó a competir en el inicio del tercer cuarto. En defensa, la diferencia abismal de tapones (9 a 1) y la capacidad para anular a un desinspirado Kyrie Irving (12 puntos) en su regreso al TD Garden fueron cruciales.
La diferencia fue abismal y notable. Boston interpretó el partido de inicio a fin, castigando las deficiencias de Dallas y sin dejarse intimidar en ningún momento por Dončić, quien fue el único jugador sobresaliente de los Mavericks. Eso no es suficiente si quieren ser campeones de la NBA.
La final no arrancó con la intensidad esperada. Los Celtics comenzaron dominando desde el perímetro, con Kristaps Porzingis marcando la diferencia. Su intensidad y capacidad para desmantelar a Dallas abrió la primera brecha significativa (28-18, 11′). No se detuvo ahí, ya que otra racha de Tatum, Porzingis y Hauser amplió peligrosamente la ventaja. Fue una gran diferencia para iniciar una final (37-20, 12′), la mayor en la historia de un primer cuarto en una final.
Un aviso importante. Los Celtics, espectaculares en ataque durante toda la temporada, no dejaron escapar la oportunidad. Boston lo entendió a la perfección. Brown, con una increíble volcada de concurso, y el imparable Porzingis mantuvieron la ventaja (46-27, 18′). La incomodidad de Dallas creció y Jaylen Brown, en otro momento espectacular, sumó un triple y una volcada tras un robo para ampliar aún más las distancias.
Solo Dončić, un luchador incansable con gran corazón, mantenía a flote a Dallas. Sus cinco puntos consecutivos al final del segundo cuarto redujeron la diferencia (63-42, 24′), pero la brecha seguía siendo considerable. El esloveno estaba en buena forma (17 puntos y 5 rebotes al descanso), pero no tuvo suficiente apoyo.
Dončić quiere la final… pero Boston sigue al frente
Más que un aviso, fue un golpe. Los Mavericks no podían permitirse un comienzo así en una final y se aplicaron para cambiar el rumbo al inicio del segundo tiempo. Con Gafford presente, algunos destellos de Irving y el imparable Dončić, lograron reducir significativamente la diferencia (70-56, 30′). El canterano madridista fue más allá y con dos triples consecutivos redujo la desventaja a menos de 10 puntos, reabriendo el partido.
Pero no llegó a buen puerto. Boston se ajustó en defensa, Dallas comenzó a precipitarse y los Celtics desataron de nuevo su poderío desde la línea de tres. Tatum, Brown y Horford capitalizaron los errores de Dallas, y el partido volvió al guion anterior. La situación se complicó para los Mavs (86-66, 36′).
Dončić, como siempre, fue el que se aferró al partido. Una y otra vez utilizó sus recursos, pero falló en momentos cruciales, con un triple que no entró y una pérdida de balón que impidió reducir la diferencia. Boston respondió con Holiday y White (92-71, 40′). Tatum, Horford y Holiday dieron la puntilla. El primer punto de la final era inalcanzable para los Mavericks.
El 107-89 certificó el 1-0 a favor de los Boston Celtics. Dončić brilló, pero se estrelló ante la cohesión de los Celtics. El explosivo inicio de Porzingis, los minutos de gran calidad de Brown y Tatum, y un equipo que aprovechó la mala actuación de Irving y unos Mavericks lejos de su mejor versión, marcaron la diferencia. Las finales de la NBA son palabras mayores.