Las declaraciones recientes solo fueron el desencadenante.
Este viernes se ha resuelto la situación del banquillo del Barcelona. Laporta acudió a la Ciudad Deportiva y le comunicó a Xavi Hernández que no continuará como entrenador la próxima temporada. Su sustituto será Hansi Flick, con quien Deco inició las negociaciones esta semana. Aunque el acuerdo con el alemán no está cerrado, las líneas generales ya están trazadas.
Xavi deja de ser entrenador del Barcelona por varios motivos. En primer lugar, había perdido la confianza del presidente. Nunca fue del agrado de Laporta y su nombramiento se debió a la aprobación general del barcelonismo, especialmente en el complicado momento tras la destitución de Koeman. La Liga que ganó en su segundo año mejoró la opinión del presidente sobre él, pero la falta de títulos este año ha precipitado su salida.
El detonante fueron unas declaraciones del técnico en las que aseguraba que el equipo no podría competir la próxima temporada con el Real Madrid u otros grandes equipos europeos. Estas palabras cayeron muy mal al presidente, quien se sintió traicionado porque unos días antes, justo antes de ser ratificado, el técnico le había dicho todo lo contrario: que confiaba en la plantilla y que podrían disputar todos los títulos.
Sin embargo, hay muchas más razones detrás de la salida del entrenador. No hay que olvidar que cuando Xavi dijo en enero que estaba dispuesto a marcharse al final de esta temporada, Laporta comentó que, si hubiese sido otro entrenador y no una leyenda como Xavi, ya lo habría cesado. Desde entonces, había señales de que las cosas no estaban funcionando. Xavi había perdido la confianza de la plantilla por varios motivos, y los resultados deportivos no estaban a la altura de las expectativas creadas. No ganar títulos es un claro argumento para cesar a un entrenador en el Barcelona.
Laporta no ayudó en absoluto al técnico cuando le hizo cambiar una convocatoria para un partido de Champions frente al Amberes. El equipo no se jugaba nada y Xavi había decidido dar descanso a Lewandowski y Gündogan. Sin embargo, el presidente le obligó a rectificar, y ese síntoma de debilidad no pasó desapercibido para los jugadores.
La principal queja de la plantilla se refería a la preparación física. El equipo no estaba bien y llegaba muy justo a los minutos finales de los partidos. Los propios jugadores hablaron con el técnico para que mejorara este aspecto, y aunque se hicieron ajustes, algunas cosas ya se habían perdido en el camino. La desconfianza de la plantilla empezó a crecer. Varios futbolistas, como Raphinha, Araujo, Koundé y Lewandowski, estaban muy descontentos con el funcionamiento del equipo. Con el brasileño, en particular, hubo tensiones en el vestuario.
Dentro de la dirección deportiva, hubo decisiones tácticas que no gustaron y que causaron la pérdida de partidos importantes. El juego no fue fluido a lo largo de la temporada y no se encontraron soluciones. Los rivales ganaban la espalda de la defensa con mucha facilidad en muchos partidos, lo cual, por ejemplo, fue clave en la eliminación del Barcelona frente al PSG.
En el club también consideran que Xavi no ha sabido gestionar la crisis del equipo esta temporada. Sus declaraciones no han ayudado, y tampoco algunas reuniones que ha mantenido fuera de la Ciudad Deportiva con solo algunos jugadores y otras personas. Además, en los últimos días se observó que no se estaban implementando algunas de las medidas acordadas antes de su ratificación, como la preparación física o los cambios en el equipo de fisioterapeutas.
Todas estas situaciones y acciones han llevado al presidente a tomar la decisión de prescindir de Xavi, a pesar de haberlo ratificado hace apenas un mes. La gota que colmó el vaso fueron esas declaraciones, pero hubo muchas más razones detrás de su destitución.