Los griegos, liderados por el pívot (17+10), aprovechan el mal inicio (12-0) y la ansiedad final del Fenerbahce.
En su regreso a la Final Four después de 12 años, el Panathinaikos tiene la oportunidad de revivir su gloria. Este domingo, luchará por una Euroliga que no ha ganado desde 2011. El renovado y millonario proyecto dirigido por Ergin Ataman está cerca de alcanzar el éxito. El técnico, conocido por su estilo histriónico, busca su tercer título tras vencer a un Fenerbahce que empezó frío (12-0), se recuperó pero nunca logró ponerse por delante, y finalmente sucumbió a su ansiedad (73-57). Jasikevicius, en su quinta Final Four con su tercer equipo distinto, se queda nuevamente sin premio.
Mathias Lessort, contundente e imperial bajo los aros (17 puntos y 10 rebotes), lideró el triunfo del Panathinaikos. Kendrick Nunn y Jerian Grant lo secundaron con 14 y 13 puntos, respectivamente. Juancho Hernangómez, en su estreno en una Final Four, puede ser campeón a pesar de su rol limitado. En la semifinal jugó seis minutos en el segundo cuarto, aportando un rebote, un robo y un triple, aunque falló otro lanzamiento en el que cayó al suelo. Ataman consideró que estuvo más tiempo del debido en la cancha, lo reprendió y lo dejó en el banquillo el resto del partido.
La Final Four comenzó de la peor manera posible, con incidentes. Con tantos aficionados griegos y turcos, era de esperarse. Decenas de hinchas del Fenerbahce sin entrada irrumpieron en el pabellón en masa. Fueron expulsados y esposados, lo que provocó que el partido comenzara 27 minutos tarde debido a las aglomeraciones en las puertas por las medidas de seguridad.
Como si fuera cosa del karma, fue precisamente el Fenerbahce el que se quedó frío. El equipo se vio desbordado al inicio por un Panathinaikos más acertado y más intenso en defensa (12-0). Grant y Nunn lideraban en ataque y Lessort, dominador en las zonas, celebraba cada buena defensa como si fuera una canasta. Después de fallar los tres primeros tiros y perder cuatro balones, Jasikevicius tuvo que detener la sangría.
Dos exazulgranas, Hayes-Davis y Sanli, despertaron a los turcos, que no anotaron hasta pasados más de cinco minutos. Los atenienses llegaron a tener una ventaja de 11 puntos (22-11), pero disfrutar de buenas ventajas al inicio de estos partidos no garantiza nada. Hayes-Davis impulsó al equipo con ocho puntos casi consecutivos y, al descanso, el Fenerbahce ya estaba muy cerca del Panathinaikos (38-36), a pesar de que Calathes apenas había aparecido.
El base despertó en el tercer cuarto, cuando su equipo estuvo cerca de la remontada, manteniéndose a dos o tres puntos atrás durante varios minutos. Con el marcador en 51-48, Dorsey pisó la línea del triple por muy poco en un lanzamiento que pudo ser el empate. Guduric también tuvo un tiro para poner al Fenerbahce por delante por primera vez, pero en lugar de la remontada, fue el final de los turcos. Cuando más cerca estaban, se hundieron. Wilbekin, una de sus estrellas, tuvo una actuación terrible con una valoración de -9.
El secundario Kalaitzis lideró un parcial de 9-0 que incluyó un triple clave (60-50). Los otomanos habían perdido el tren y veían cómo el cronómetro les asfixiaba. Incluso el habitualmente exaltado Jasikevicius pedía calma a los suyos. No hubo manera. Anotaron solo dos puntos en los primeros seis minutos del último cuarto y el Panathinaikos voló hasta el 70-55. Un parcial de 19-4 desde que casi fueron remontados. La final espera a los verdes.