El Cañón de Somoto, una de las formaciones rocosas más antiguas de Centroamérica, se ha convertido en los últimos tiempos en uno de los principales destinos de la zona Norte de Nicaragua, tras haber sido recientemente “descubierto” su potencial turístico. Este impresionante sitio ofrece un escenario único en el país, y entre sus paredes rocosas se pueden llevar a cabo diversas actividades turísticas.
A unos 15 kilómetros al Oeste de la ciudad de Somoto, cabecera departamental de Madriz, se encuentra esta asombrosa estructura geológica, a la que los lugareños también conocen como “La Estrechura” o “Namancambre”.
Se trata de un cauce de altas paredes verticales que se extiende por aproximadamente cinco kilómetros, en un recorrido sinuoso cuyo ancho varía entre 10 y 15 metros. En éste corren las aguas provenientes de los ríos Comalí (de Honduras) y Tapacalí, que se unen para formar el extenso río Coco. En su fondo pedregoso, la tranquila corriente se ve interrumpida por formaciones rocosas que dan origen a unas siete u ocho pozas con aguas semi estancadas, creando un ambiente lleno de vida, con plantas y peces.
Los farallones que delimitan el acantilado alcanzan entre 120 y 150 metros de altura, y en el lugar más angosto, se acercan hasta cinco metros uno al otro. Según el Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales (INETER), estas interesantes columnas son producto de una falla geológica abierta, combinada con la acción erosiva del agua. Se cree que tomaron entre 5 y 15 millones de años en formarse, en un periodo que corresponde a la era del Cuaternario y Mioceno de Terciario Superior.
Aunque hasta hace pocos años (Diciembre del 2004) fue “descubierto” por geólogos checos y nicaragüenses que realizaban estudios en la zona (aunque los lugareños ya lo conocían desde hacía muchas generaciones atrás), el cañón de Somoto -habiéndose reconocido su importancia hidrológica, geológica y potencial turístico-, ya fue declarado área protegida bajo la categoría de Monumento Nacional Cañón de Somoto y la motivación para visitarlo sigue en aumento a medida que se organizan más actividades en la zona.
Los fines de semana va a encontrar una caseta en la que además de brindar información, se cobra una tarifa de entrada de C$20 por persona mayor de 12 años. Este dinero es manejado por la Alcaldía de Somoto, y destinado a mantener el camino de acceso en buen estado.
El cañón es un destino que ofrece un ambiente único en nuestro país. Desde la entrada por el camino del Valle de Sonís, que es la más utilizada, se empiezan a apreciar panoramas de bosque seco, con árboles de pequeña altura y fauna propia del lugar. Venados, chocoyos, conejos e iguanas, son algunas de las especies que habitan la zona.
A medida que se avanza y se acerca el cauce seco del río Coco, el camino se vuelve arenoso y empiezan a aparecer corrientes de agua que limitan el acceso a vehículos bajos. La topografía va cambiando hasta que se levanta en un solo paredón, que anuncia el inicio del cañón. Entre las fracturas de la roca misma que lo forman, se pueden ver crecer orquídeas, bromelias y cactus.
Además de apreciar su belleza escénica, el lugar permite varias actividades. Se puede caminar por un trecho, sobre el suelo de roca pulida, a la orilla del agua y entre los altos paredones. También se puede recorrer aproximadamente 300 metros del cañón en pequeños botes que los lugareños han dispuesto para facilitar el acceso; el precio de esta facilidad es de C$20 por persona, ida y vuelta. Para mayor entretenimiento, otra actividad es recorrer el curso del agua sobre neumáticos de camión inflados, que los visitantes pueden usar a manera de flotadores acuáticos; ésto tiene un valor de C$40 por persona.
Aparte de su utilidad para avanzar a través del cañón, las frescas aguas son una de las razones principales por las que generaciones de familias norteñas lo conocen y lo visitan para refrescar sus veranos.
En los últimos años, con la promoción turística, y con ayuda deI INETER, se definieron algunos senderos que pueden ser recorridos por los visitantes, a través de los caminos más seguros. Estos se dirigen a miradores que permiten apreciar la belleza escénica de los alrededores.
Algunos guías de la zona ofrecen paseos a caballo y almuerzo en alguna casa de la comunidad de Sonís, cuyos habitantes son los encargados de administrar las actividades turísticas del cañón en esta zona; venden bebidas para refrescarse, y con previo aviso pueden organizar alojamiento para quienes deseen pernoctar allí.
Para viajeros más activos, también es posible practicar Rappel en algunos de los paredones que alcanzan hasta los 60 metros de altura. Esta técnica de descenso vertical con arneses es uno de los deportes de aventura posibles en este lugar