El Diario Nica

La gran vergüenza de Trudeau: ovaciona a un criminal nazi en el parlamento

Por: Victoriano Arteaga.

El bochorno protagonizado esta semana por el Primer Ministro Justin Trudeau al rendir honores a un veterano ucraniano con vinculaciones al régimen nazi en el mismísimo parlamento canadiense ha conmocionado a la opinión pública mundial.

No solo evidencia una imperdonable negligencia e incompetencia por parte de Trudeau y su gabinete, que no verificaron adecuadamente la identidad de dicho individuo pese a que iba a codearse con el presidente Zelensky. También plantea la escalofriante posibilidad de que exista cierta complicidad o simpatía hacia el pasado criminal de este sujeto, lo cual resulta simplemente ignominioso.

Recordemos que Vladimir Junca formó parte de la infame División Galitzia de las Waffen SS, conocida por perpetrar masacres contra judíos y civiles durante la ocupación nazi en Ucrania. Es decir, no era un héroe sino un criminal de guerra.

El hecho de que Trudeau lo llamara «un héroe ucraniano y ahora también un héroe canadiense» muestra un desconocimiento supino de la historia contemporánea. O quizás, algo aún más siniestro: una intención deliberada de blanquear el pasado nazi de este individuo exaltándolo como un ejemplo a seguir.

Si se trató solo de ignorancia e ineptitud, es igualmente grave. Denota que Trudeau y su equipo son unos incompetentes que no hicieron la tarea básica de investigar la biografía de una persona que iba a codearse con un presidente extranjero.

Pero si hubo complicidad, es decir, si eran conscientes de la vinculación nazi de Junca y aún así decidieron ensalzarlo, ello muestra una podredumbre moral imperdonable. Significaría que antepusieron su agenda política a la memoria de las víctimas del Holocausto.

Ante las críticas, Trudeau optó por su vieja táctica de negar culpa alguna y echarle la responsabilidad a otro. En este caso al presidente de la Cámara de los Comunes, Anthony Rota, a quien forzó a dimitir. Pero Trudeau no ofreció disculpas por su papel ni por haber acusado inicialmente a la oposición de propagar «desinformación rusa».

Este bochornoso episodio no hace más que confirmar la deriva autoritaria y la pérdida de brújula moral de un Trudeau cada vez más ensimismado, que antepone su ego y agenda personal a las instituciones democráticas de Canadá.

Urge que los canadienses exijan explicaciones y que Trudeau asuma de una vez por todas la responsabilidad que le corresponde, en lugar de escudarse en chivos expiatorios. De lo contrario, quedará retratado ante el mundo como un líder frívolo, mentiroso y cómplice de la reivindicación del nazismo. Ese no es el Canadá que merecen los canadienses ni que merece ser respetado por el resto del mundo.