El aviso se puede leer en varios sectores de Quito, la capital ecuatoriana, como muestra del hartazgo por la inseguridad.
«Ladrón cogido será quemado», es la advertencia que se lee en un cartel apostado en el barrio Mulauco, en la parroquia Pifo del Distrito Metropolitano de Quito, en Ecuador.
Los vecinos se han organizado para hacer frente a la creciente inseguridad en el país, que no ha podido ser frenada por la fuerza pública, ni siquiera con los reiterados estados de excepción decretados por el presidente Guillermo Lasso.
El aviso no solo está solo allí, también se puede leer en otros sectores de la capital ecuatoriana, como en Gualo, en la parroquia de Llano Chico, al norte de Quito, donde la advertencia fue puesta sobre un local en la entrada del sector. «Barrio organizado. Advertencia: ladrón cogido será quemado».
«Antes en los carteles se le decía a los delincuentes que serían ajusticiados, ahora se les dice cómo, se les dice que serán quemados», señala Rosa López, quien tiene un local comercial en el sector y aclara que por ahora, afortunadamente, no se ha efectuado ningún linchamiento de ese tipo.
López está consciente que esta es una manera de tomar justicia por mano propia, una cuestión que transgrede de manera flagrante la legislación del país. No obstante, la justifica: «Si no nos protegemos entre nosotros, nadie nos va a proteger. Cada día está peor la delincuencia».
A la par de hacer las advertencias a los delincuentes, los moradores continúan pidiendo más control policial. A principios de agosto, vecinos de Llano Chico marcharon en la parroquia para reclamar mayor presencia de los uniformados, después de que un grupo de jóvenes fuese asaltado a escasos metros de una Unidad de Policía Comunitaria (UPC).
Organización
La advertencia va de la mano de la organización en los barrios. En muchos sectores se han creado chats grupales en aplicaciones como WhatsApp, se han instalado cámaras de videovigilancia, botones de seguridad –previa solicitud a la Policía Nacional–, alarmas e, incluso, conjuntos habitacionales han planificado aumentar el tamaño de los muros.
Por ejemplo, en un grupo de WhatsApp de vecinos de uno de los barrios de Llano Chico se pueden leer alertas enviadas por sus integrantes: «Vecinos, por favor tener mucho cuidado, en el parque central encontraron a tres personas sospechosas con arma blanca» o «acaban de robar a una señora en el sector, es una moto negra con dos ocupantes, llevan puestos cascos rojos».
«Cuando hay un aviso, por cualquier método, hay que salir con palos o cualquier cosa. La idea es agarrar y linchar al delincuente», comenta Luis Zambrano, de la comuna de Llano Grande, en la parroquia de Calderón.
Los vecinos tratan de evitar grabar o tomar fotografías a las personas que están tomando la justicia por mano propia, para librarse de represalias o cualquier proceso en su contra, y algunos suelen taparse el rostro durante el linchamiento. No obstante, sí suelen exhibir al ladrón.
«Además de protegernos, esto se hace para mandarle un mensaje a otros delincuentes: que se la piensen dos veces antes de venir a aquí, que se van a encontrar con gente dispuesta a defenderse», menciona Zambrano.