El Diario Nica

Leyenda de La Mocuana en Nicaragua

Fue una mujer hermosa e hija del cacique del tercer valle de Sébaco.

Luego de la conquista española se decía que en el valle de Sébaco los yacimientos de oro abundaban. Esto provocó que muchos conquistadores se trasladaran para esa zona.

El cacique los recibió, les prestó atención. Los conquistadores revelaron representar a la corona española. A lo cual, el cacique (Padre de la mocuana) actuando de buena fe les obsequio tamarindos, como ofrenda para los reyes de España. Amablemente les solicito que se fueran de su territorio y no volvieran.

Los españoles al verse superados en números, obedecieron la advertencia del cacique y se fueron. Poco tiempo después volvieron, en esta ocasión con la deliberada intención de someter al cacique y robar las riquezas que poseía.

Se libro una aguerrida batalla entre españoles e indios. No obstante, el cacique y su pueblo salieron vencedores. Y es cuando un hijo de los españoles derrotados trama una venganza.

Este joven visito al cacique en “son de paz” se disculpa por el ataque de su padre y sus compatriotas. Pidió al líder indio le permita quedarse con ellos un tiempo y de esa manera mediar en caso de que españoles nuevamente quieran pelear.

En su estancia, el español enamora a la bella india, hija del cacique. Esta correspondió al amor y ambos planeaban huir a sabiendas que el cacique no estaría de acuerdo con su romance.

Por ese motivo él la convence que para escapar deben llevar oro, por lo cual ella le muestra la cueva donde su padre guarda sus riquezas.

Una vez en la cueva, esta toma las riquezas y dejo encerrada a la joven india, tapando la cueva con una roca. Ella enloqueció debido al encierro y la traición. Al perder el juicio logra escapar de la cueva.

Desde entonces, el relato que ha trascendido generaciones es que ella se convirtió en la mocuana. Desde ese entonces se dice que aparece en los caminos de diferentes partes de Nicaragua, seduciendo sexualmente a los hombres que pasan a altas horas de la noche, su cabellera tapa su rostro pero su esbelta figura es suficiente aliciente para que la sigan a cuevas cercanas a los caminos.