Organizan sus propias incursiones y mecanismos de defensa contra los invasores
La Tierra Indígena Araribóia, en el empobrecido estado de Maranhao, en el noreste de Brasil, registra un aumento de violencia en unas hectáreas compartidas por unos 10.000 miembros de tres diferentes etnias.
Los indígenas, sufren las agresiones de compradores ilegales de tierras y madereros, a esto también se añade un trágico incendio que consumió en 2015 el 50% del territorio y generó una gran inseguridad alimentaria entre los pueblos tradicionales, al quedar los campos devastados.
En un estudio encargado por O Globo, el Consejo Misionero Indigenista (CIMI), y una organización del Episcopado de la Iglesia Católica brasileña, calculó que 23 indígenas fueron asesinados en los últimos 4 años en Maranhao, solo en los primeros meses de este año, 2 líderes indígenas y un motorista de la Secretaría Especial de Salud Indígena fueron asesinados.
Uno de los homicidios, que mayor repercusión causó fue el de Paul Paulino Guajajara, conocido como el ‘Lobo’ y uno de los Guardianes del Amazonas, quien recibió en 2019 un disparo en la cara.
La situación de los pueblos indígenas empeoró durante la administración de Jair Bolsonaro (2019-2022), un excapitán del Ejército que promovió activamente el avance del agronegocio y la explotación comercial de las áreas protegidas.
El pasado 28 de abril, el Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva anunció la demarcación de las primeras seis tierras indígenas desde 2018, lo que supuso una victoria para los pueblos tradicionales, que poco a poco vuelven a recuperar sus derechos tras la gestión de Bolsonaro.