El Diario Nica

Acuerdo de Sapoá

En 1988 se firma el alto al fuego entre los Sandinistas y los contras. Grupo este último financiado por los EEUU para derribar el gobierno sandinista. El lugar elegido fue Sapoá, pequeño poblado ubicado en la frontera sur nicaragüense y en el marco de los acuerdos de Esquipulas II. Allí se sentaron los representantes del Gobierno sandinista del presidente Daniel Ortega y los mercenarios rebeldes y terroristas denominado «contras», para firmar el acuerdo.

Ambos se comprometieron a suspender durante 60 días las operaciones militares a partir del 1 de abril (1988), y en ese tiempo, a llevar a cabo el proceso de negociación integral para el cese definitivo del fuego. A la vez, ambas partes acordaron reunirse en Managua, al más alto nivel, el 6 de abril, para continuar las negociaciones. Firmaron que las fuerzas de la Resistencia en los primeros 15 días se ubicarían en zonas que serían establecidas por otras Comisiones Especiales, las que se reunirían también en Sapoá a partir del 28 de marzo

Las partes acordaron que el Gobierno decretaría una amnistía para los miembros de la Resistencia Nicaragüense y para los que hubieran pertenecido al ejército antes del 19 de julio de 1979, o sea, la Guardia Nacional. Pero esta Amnistía sería gradual.

Además, el acuerdo establece la garantía a la libertad de expresión irrestricta tal y como se contempla en el Acuerdo de Esquipulas II y en el Diálogo Nacional en que se abordó el tema del Servicio Militar, con relación a los exiliados se les garantizaba poder regresar a Nicaragua e incorporarse a los procesos políticos, económicos o sociales, sin ningún tipo de condicionamiento y no serían  juzgados, sancionados, ni perseguidos por las actividades de carácter político militar que hubieran desarrollado con anterioridad.

Entre los firmantes estaban el General del Ejército de Nicaragua, Humberto Ortega Saavedra, y por la Resistencia, el doctor Adolfo Calero Portocarrero y otros más. Como testigos firman el Cardenal Obando y el Embajador Joao Baena Soares.

Un mes antes, el Congreso estadounidense había decidido cortar la ayuda militar a la contrarrevolución allanando el paso a las negociaciones, después de haber contribuido a desangrar al país tanto desde el punto de vista económico, de la infraestructura y de la pérdida de vidas humanas.

Acabada la guerra y perdido el poder los sandinistas, el país se hundió en una miseria aplastante y en un retroceso en le sitúa entre los países más pobres del continente americano.