Luiz Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil, durante una rueda de prensa conjunta con Olaf Scholz, canciller alemán, defendió la creación de un organismo para negociar la paz entre Rusia y Ucrania.
El mandatario sudamericano, reafirmó su intención de no enviar municiones a Kiev, destacando que «Brasil no quiere tener ninguna participación» en el conflicto.
Lula, subrayó la necesidad de que la comunidad internacional impulse negociaciones de paz entre Kiev y Moscú. Para lograr este fin, propuso junto a Scholz la creación de un organismo internacional que reúna a los países interesados en ello.
«Necesitamos que un grupo de países se siente con Ucrania y Rusia para intentar llegar a la paz, apuntando que hasta la fecha ha oído muy poco sobre esa posibilidad”. Destacó Da Silva.
Lula también exigió la participación de China en la búsqueda de estas negociaciones.
«Si mi viaje previsto a China en marzo se lleva a cabo, quiero tratar este asunto con Xi Jinping. Es hora de que China haga suya la causa y ayude en la búsqueda de la paz entre Rusia y Ucrania». Manifestó el presidente brasileño.
En el futuro, el mandatario expresó estar dispuesto a promover esta idea también entre otros líderes mundiales, como los de la India e Indonesia. En su opinión, este formato podría ser una especie de análogo del Grupo de los Veinte (G20), que se creó para superar las consecuencias negativas de la crisis económica de 2008, recordó.
En la opinión del jefe del Instituto de Latinoamérica de la Academia de Ciencias de Rusia, Dmitri Rozental, es un «intento de devolver a Brasil a la gran política internacional».
Además, añadió que a pesar de que el presidente de Brasil tiene credibilidad internacional, los cambios políticos —como el giro a la derecha— que podrían producirse en cualquier momento en América Latina «sin duda podrían dificultar mucho su posición [sobre el asunto ucraniano], no tanto socavarla, sino complicarla».
Rusia lanzó la operación militar especial en Ucrania en respuesta a la solicitud de las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, previamente reconocidas por Moscú como Estados soberanos, para que se le preste ayuda frente al genocidio por parte de Kiev.
Numerosos países condenaron en términos enérgicos la operación y activaron varias baterías de sanciones individuales y sectoriales.