Es una celebración solemne por todos los difuntos que han superado el purgatorio y gozan de la vida eterna en la presencia de Dios.
El 2 de noviembre se dedica a la celebración del Día de Difuntos o Día de los Fieles Difuntos, para honrar y conmemorar a los difuntos fieles de la religión católica y cristiana.
Esta efeméride fue instituida en el año 998 por el monje benedictino San Odilón de Francia, siendo adoptada por Roma en el siglo XVI y posteriormente difundida en todo el mundo.
Es un día festivo religioso celebrado por algunas iglesias cristianas (Iglesias Cristianas Ortodoxas Occidentales, Unión de Utrecht, Comunidad de Provoo, Comunión Anglicana e Iglesia Católica), en memoria de los fallecidos.
Esta celebración se sustenta en la doctrina que establece que al morir las almas de los fieles no han sido limpiadas de pecados veniales, o bien no han sido expiadas por trasgresiones del pasado. Debido a que dichas almas no pueden alcanzar la Visión Beatífica, se realizan rezos y el sacrificio de la misa.
Durante este día los creyentes ofrecen sus oraciones o sufragios, sacrificios y la misa para que los fieles difuntos lleguen a la presencia de Dios.
Existen algunas creencias populares y de origen pagano acerca del Día de los Difuntos. Por ejemplo, los campesinos de varios países católicos tienen la ferviente creencia que en la noche de los difuntos los muertos vuelven a las casas donde habitaban antes de fallecer.
Es un día festivo religioso católico que se celebra en memoria de los fallecidos y las almas que se encuentran en estado de purificación en el Purgatorio. Se realiza el 2 de noviembre.
Se recuerda a los difuntos realizando misas en las iglesias para rezar por el alma de los difuntos, así como visitas a los sepulcros para rendirles homenaje.