En la reunión se trataron otros temas relacionados con la migración, como el Estatus de Protección Temporal o estrategias para frenar la migración ilegal.
Xiomara Castro, presidenta de Honduras, sostuvo una reunión con el secretario de Seguridad Nacional de EE.UU., Alejandro Mayorkas, en la sede del Poder Ejecutivo del país centroamericano.
Este encuentro duró alrededor de dos horas, en el que se comprometieron a hacer un esfuerzo conjunto para tomar medidas para ayudar a los casi 4.000 niños hondureños que se encuentran varados en la frontera entre México y EE.UU.
Durante la reunión, a la que asistieron también el canciller Eduardo Enrique Reina y el secretario privado de Presidencia, Héctor Zelaya, así como la embajadora de EE.UU. en Honduras, Laura Dogu, se abordaron además otros asuntos relacionados con la migración, entre los que destacaron el Estatus de Protección Temporal (TPS), las causas de la migración irregular y la lucha contra la trata de personas.
En la rueda de prensa posterior, Zelaya señaló que «hay 3.772 niños hondureños en la frontera con EE.UU. y más de 50.000 hondureños están bajo el TPS», a los que, dijo, se busca apoyar.
El TPS es una autorización que EE.UU. otorga a los ciudadanos de una quincena de países, entre los que se encuentra Honduras, El Salvador, Nicaragua o Venezuela, que permite a las personas que ya se encuentran en el país norteamericano obtener un documento de autorización para el empleo, así como una autorización de viaje, y les asegura que no sean expulsados del país.
Por su parte, Reina informó de que se está realizando un trabajo conjunto para socorrer a los menores de edad atrapados en la frontera: «Se habló sobre cómo conformamos una acción conjunta con EE.UU. para atender a los más de 3.000 niños hondureños en la frontera».
Por su parte, Mayorca continúa en el país y está previsto que este miércoles mantenga encuentros con otras autoridades, como el ministro de Seguridad, Ramón Sabillón, y el ministro de Migración, Allan Alvarenga. Mientras, la embajadora estadounidense ha agradecido la reunión y ha relatado que se conversó sobre la asociación estratégica de ambos países, «especialmente en lo que respecta a abordar las causas profundas de la migración irregular y contrarrestar la trata de personas».
Honduras, con menos de 10 millones de habitantes, vive una crisis migratoria desde hace años. Solo entre 2010 y 2021 591.000 ciudadanos hondureños han sido deportados a su país de origen después de haber migrado ilegalmente, como recoge un estudio de la entidad privada Foro Social de la Deuda Externa del país centroamericano (Fosdeh).
En el país todavía persisten altos niveles de pobreza, que se unen al clima de violencia y, en los últimos tiempos, a la pandemia de coronavirus y a los huracanes Eta e Iota como motivos impulsores de la emigración irregular, sobre todo de la población más joven.
El principal país de destino es EE.UU., donde ya se estima que residen alrededor de 1,5 millones de hondureños, entre regulares e irregulares, lo que supone un motivo más de atracción para familia extensa, allegados y conocidos, que piensan que contarán con una red de apoyo a su llegada.
La situación es común a la de algunos países cercanos, como son Guatemala o Nicaragua, que también están experimentando un éxodo con destino hacia su vecino del norte.
Así, en los últimos años se han producido caravanas de migrantes, un evento desconocido con anterioridad y que ha colapsado la frontera entre México y EE.UU., que enfrenta un flujo récord de migrantes.
EE.UU. busca cómo abordar este fenómeno, después de la criticada gestión del anterior residente de la Casa Blanca, Donald Trump. De hecho, esta cuestión fue el punto clave de la última Cumbre de las Américas, celebrada el pasado junio, donde 20 países firmaron un documento con el objetivo de frenar la migración irregular.