Una hamburguesa vegana con sabor a carne humana causa furor en Europa. En el Festival Internacional de Creatividad Cannes Lions, un evento global de las áreas del diseño, el marketing y la publicidad, fue premiado el anuncio de una hamburguesa totalmente vegetal pero preparada para imitar el sabor y la textura de la carne humana.
Según el anuncio, el platillo de comida rápida fue lanzado el año pasado durante la celebración del Día de Todos los Santos (Halloween) en Suecia «ya que de otra manera habría sido repugnante». En todo caso, no parece que los miembros del jurado en Cannes hayan tenido la oportunidad de probar el bocadillo y mucho menos de comparar su sabor con el original.
No puede haber mejor ilustración que esa de la mentalidad occidental en estos momentos, una gigantesca burbuja en la que imperan el conformismo y la total ausencia de frenos morales en lo que respecta a lo que en principio se le puede hacer a los demás, eso sí: sin dejar de creerse los árbitros morales del universo.
Los mismos occidentales parecen no darse cuenta de lo aberrante que es tomar como aspiración legítima el probar el sabor de la carne humana, aunque sea de origen vegetal.
Todavía medio aturdidos por la extraña manera occidental de concebir la creatividad, nos enteramos de que el primer ministro de Bélgica, Alexander De Croo «dijo» que la OTAN «le dijo» a los ucronazis de Kiev que sigan luchando nomás.
De Croo aseguró que «es importante» que los miembros de la OTAN «sigan hablando» con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, y «dejemos muy claro que esta guerra» contra Rusia «solo se puede ganar en el campo de batalla». Quien crea que no estamos en guerra se equivoca de planeta. Los occidentales apoyan, financian y dirigen una guerra que no han declarado oficialmente.
Mientras tanto, EE. UU. organiza «conversatorios» sobre la necesidad de «descolonizar» a Rusia. Eso, que más bien parece una historia de Ripley, fue lo que tuvo lugar el pasado 23 de junio en el Congreso estadounidense: Una conferencia virtual organizada por la Comisión sobre la Seguridad y la Cooperación en Europa conocida como el Grupo de Helsinki, un «organismo independiente» del tipo de los que acostumbran depender del dinero del Departamento de Estado.
La superpotencia imperialista mundial, que a cada rato invade y bombardea países, que tiene sancionados a uno de cada cuatro habitantes del planeta, que aún mantiene a sus habitantes originarios en reservas miserables, donde los descendientes de los esclavos se manifiestan con la consigna de «las vidas negras importan» y que aún no ha dejado en libertad a su «estado libre asociado» de Puerto Rico tiene el tupé de querer «descolonizar» a Rusia.
El analista Dan Kovalik comenta que «la falta de conocimiento de sí mismo (de los EE. UU.) es palpable». Por su parte, otro analista, Niccolo Soldo, observa que «lo notable de este panel es el cambio de pasar de la necesidad de ‘promover la libertad y la democracia’ en Rusia a la de ‘descolonizarla'», (y de hecho, partirla en mil pedazos).
Hipocresías aparte, actividades como esta son una prueba más de que el imperialismo senil de Occidente ya no produce ideas, sino que se apropia de cualquier discurso para manipularlo de acuerdo a sus fines inconfesables, pero transparentes para cualquiera que tenga ojos para ver: Ya no son más la democracia, ni el dictador de Putin ni mucho menos la pobrecita Ucrania: De lo que se trata es de destruir a Rusia para salvar al imperio.
Mientras tanto, los occidentales seguirán viviendo en su burbuja de cristal, cocinándose a fuego lento entre sus propias contradicciones, su impotencia, su veganismo y su inveterado hábito de alimentarse de carne humana en el mercado mundial.